"RELATOS PARA ANTES DE DORMIR" Leyenda de los siete infantes de Lara o de Salas. De la plazuela del Portillo arranca la tortuosa y sombría calle de las Cabeza...s. Tiene dos callejas o barreras, una al lado derecho, llamado del Horno de Guiral, porque fue la casa de los señores de este apellido, y otra enfrente conocida en lo antiguo por la de Dª Muña, señora perteneciente a la familia de los marqueses de El Carpio, a los cuales perteneció la casa nº 3. Es tradición que en ella vivió Gonzalo Gustios o Gustioz, padre de los siete Infantes de Lara. La leyenda podría recoger un antiguo cantar de gesta compuesto hacia el año 990 en el transcurso de las bodas entre Doña Lambra —natural de Bureba— y Rodrigo Velázquez de Lara, más conocido como Ruy Velázquez o Roy Blásquez —hermano de Doña Sancha, madre de los infantes—, acontecimiento celebrado en Burgos al que acudieron como invitados los siete Infantes de Lara. Entre los festejos, tuvo lugar un torneo, en el que la novia deseaba ver como ganador a su primo Álvar Sánchez. Le tocó luchar contra Gonzalo González, el menor de los Lara. Y Álvar fue derribado. Más adelante Gonzalo González es visto por Doña Lambra mientras se baña en paños menores, suceso que Doña Lambra, al considerarlo como una provocación sexual a propósito, interpreta como una grave ofensa. Doña Lambra, aprovechando este lance para vengar la muerte de su primo Álvar Sánchez, que no ha sido satisfecha aún, responde con otra afrenta al ordenar a su criado arrojar y manchar a Gonzalo González con un pepino relleno de sangre, ante la risa burlesca de sus hermanos. Gonzalo reacciona matando al criado de Doña Lambra, que había ido a refu
giarse bajo la protección del manto de su señora, que queda asimismo salpicado de sangre. Estos sucesos provocan la sed de venganza de Doña Lambra. Por ello, su marido, Ruy Velázquez, urde un plan por el que Gonzalo Gustios, señor del enclave de Salas, es enviado a Almanzor con una carta cuyo contenido indica que sea matado el portador de la misiva. El padre de los infantes desconoce el contenido de la carta porque está escrita en árabe. Almanzor se apiada de Gonzalo Gustios y se limita a retenerlo preso, pues considera excesivo el sufrimiento de su cautivo, que es aliviado por una hermana del propio Almanzor. Los siete hermanos de Lara habían sido dirigidos hacia una emboscada ante tropas musulmanas en la que, a pesar de su valía guerrera, son decapitados y sus cabezas remitidas a Córdoba. Allí serán contempladas dolorosamente por su padre en uno de los plantos (llantos dolorosos) más emotivos de toda la épica castellana. En la prosificación del cantar, Gonzalo Gustios finalmente es liberado. Justo antes de partir, la hermana de Almanzor le comunica que está embarazada de él. Gonzalo Gustios ve aquí una posible vía para vengarse de Ruy Velázquez, así que toma un anillo y lo rompe en dos pedazos, dándole una parte a ella y quedándose él con la otra mitad. Mudarra recibe este medio anillo como herencia, siendo posteriormente reconocido por su padre Gonzalo al juntar las dos partes y ver que encajan perfectamente. Este hijo bastardo se encargará de llevar a cabo la venganza de la muerte de sus hermanos, los siete Infantes de Lara. Según la leyenda, en la casa nº 3 de la calle de las Cabezas aquellas fueron presentadas a Gonzalo Gustios en una bandeja, para satisfacer uno de los caprichos de la favorita de Almanzor. Entre las casas nº 10 y 12 hay una estrecha calleja cerrada al público mediante una reja, conocida como la calle de los Arquillos, porque en sus siete arcos estuvieron colgadas las cabezas de los infantes.´ Ángel de Saavedra, Duque de Rivas, importante escritor del Romanticismo (primera mitad del siglo XIX) escribió en 1834 un famoso poema narrativo sobre esta leyenda, titulado El moro expósito, que se considera una de las primeras muestras del Romanticismo en nuestro país.
Transcrito por Amaly
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