La extranjera
No era bueno quererla; por los ojos le pasaban a veces como nieblas de otros paisajes: No tenían color sus ojos; eran fríos y turbios como ventisqueros...
No era bueno quererla... Adormecía con su voz lejana, con sus palabras quietas que caían sin ruido, semejantes a escarcha ligera de marzo en las primeras rosas, sin deshojar los pétalos... Alguien por retenerla quiso hacer de toda su vida un lazo...Un solo lazo fuerte y duro... Ella con sus frágiles manos rompió el lazo que era lazo de vida...
(A veces, nieblas de otro país pasaban por sus ojos...)
No era bueno quererla.
Dulce María Loynaz
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