Esposa, tu que has visto las mañanas
despuntar a mi lado soñolienta.
Tú que has ido abrazada a mi cintura
caminando caminos y veredas
Tú que ríes, brillante en mi alegría
Y te pones oscura con mi pena,
dime si has visto amor como mi amor
Ni querer como el tuyo, compañera
He cavado tu huerto y lo he regado
Con la fuente verdal de mis arterias.
He buscado mis hijos en tu carne
Con mis manos antiguas y labriegas
y he encontrado mi sangre prolongada
En el fruto ventral de tu cosecha.
Tú me has ayudado a hacer mi lucha
Mas suave, mas digna mas ligera
Y sofocas mi lumbre en la almohada
Con tu tibio manantial de miel morena.
Te bendigo mujer, por que eres mía,
porque eres abnegada y estás cerca
de mi vida, en la paz y en el peligro;
porque hueles a verano y sementera
y tu pelo es desierto como el trigo
y es morena tu piel, como la avena.
Porque me das las sábanas y el vino
Calientes de tus manos y tus venas
Porque pasas las noches abocada
A la cuna, con fiebre, vela en vela
Ocultándome lagrimas y miedos,
compañera, mujer bendita seas
Y benditas tus manos cereales
Que acarician mi dura primavera
Y benditas las verdes mariposas
de tu vientre y las mieses de tus eras.
Yo te bendigo, amor, porque tu sabes deshacer
con tus labios mi tristeza
cuando llego nocturno y resentido
de los hombres, los vientos y la tierra.
Yo te bendigo, amor porque sonríes
Entre tanto dolor y tanta fiera,
tanta cicatriz y tanto aullido
entre tanta mentira y tanta niebla.
Yo te bendigo amor, porque te quiero,
Porque siempre me habitas y me alientas
y cerrarás mis ojos una tarde
Cuando se esconda el sol por la arboleda,
Yo te amo, mujer, copiosamente
Y acaricio la sombra de tus huellas,
Y me asomo a tus ojos campesinos
Para buscar, de bruces, las estrellas
Yo te amo mujer copiosamente;
que eres en mi sed el agua fresca,
Y te busco en los ojos de mis hijos
Y te encuentro en mi voz sin darme cuenta.
Y te encuentro en la flor de los almendros
y en el coito vegetal de la palmera.
Y te hallo en la verde geometría
del trigo, del naranjo y de la higuera.
Cuando me vaya, amor, cuando me vaya
Y me lleves tus flores, compañera,
Al sentir tu pisada y tu suspiro
Mi sangre cantará bajo la yerba.
Y oirás, -como un rumor de abejas blancas-,
Compañera mujer, bendita seas…!.
Carlos Fuentes Peñafiel