Con el agua hasta el cuello levantarse en el agua flotaban los restos
de la cena
contener un minuto el aliento bajar hasta el cajón
allí duermen las tazas un sueño blanco y cóncavo
saborear despacio el desayuno
lo ha conseguido ¡qué importa si no tienen
compasión las palomas que picotean sobre el plato!
y por eso sonríe ella sabe por qué en la calle que asciende
hacia el cielo de junio.
Esperanza Ortega
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