La casa de las odas
Escribiendo estas odas en este año mil novecientos cincuenta y cinco, desplegando y tañendo mi lira obligatoria y rumorosa sé lo que soy y adonde va mi canto.
Comprendo que el comprador de mitos y misterios entre en mi casa de odas, hecha con adobe y madera, y odie los utencilios, los retratos de padre y madre y patria en las paredes, la sencillez del pan y el salero. Pero es así la casa de mis odas.
Yo destroné la negra monarquía, la cabellera inútil de los sueños, pisé la cola del reptil mental, y dispuse las cosas agua y fuego de acuerdo con el hombre y con la tierra. Quiero que todo tenga empuñadura, que todo sea taza o herramienta. Quiero que por la puerta de mis odas entre la gente a la ferretería.
Yo trabajo cortando tablas frescas, acumulando miel en las barricas, disponiendo herraduras, arneses, tenedores: que entre aquí todo el mundo, que pregunte, que pida lo que quiera.
Yo soy del Sur, chileno, navegante que volvió de los mares.
No me quedé en las islas, coronado.
No me quedé sentado en ningún sueño.
Regresé a trabajar sencillamente con todos los demás y para todos.
Para que todos vivan en ella hago mi casa con odas transparentes.
Pablo Neruda
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