Lamento
¡Seguid, seguid ese camino, hermanos; y a mí dejadme aquí gritando! ¡Dejadme aquí! Sobre esta tierra seca, mordido por el viento áspero -campanario de Dios frente al derrumbe rojo del ocaso-. ¡Dejadme aquí! Quiero gritar, tan hondo en el dolor, tan alto, que mi voz no se oiga sino lejos, muy lejos, ¡Dejadme aquí! Dejadme aquí, gritando
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Eugenio de Nora
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