El color de la luna
¡Quien pudiera decirnos el colo de la luna!
Los pintores jamas tubieron la fortuna
se sorprenderlo.
Nunca lo definio el poeta.
No tiene nombre en el habla ni tino en la paleta.
Hace miles de años que los tristes la miran.
Hace miles de años que los novios suspiran
de pena o de placer a su luz oportuna.
¡ Y nadie sabe aun el color de la luna.
De fijo que no es oro, de fijo que no es plata,
ni cacar ni alabastro.
Esa claridad grata, para la dicha complice,
para el dolor, discreta, farol de los ausentes
y de la seretana, sudario misterioso de un
ya muerto planeta.
Los hemos contemplado tras los reveladores
vidrios de un objetivo terminadores que finjen
filigranas de tenues, inmateriales casi, los que,
asomados a los limpios cristales del ocular,
miramos amanecer en esas montañas que
destacan de las sombres espesas cada
cuspide cual estrella diminuta, mientras yecen
sus moles en tiniebla absoluta; los que vemos,
¡oh luna!
esa luz cenicienta que en tu hemisferio obscuro
timida nos orienta y que proviene acaso de
nuestro fulgor mismo del claro de la Tierra...
que a travez del abismo va alumbrante entre
las noches, apreciamos mejor el raro y
delicioso matiz de tu fulgor...
Mas, a pesar de todo, comprendemos tambien
que no existen palabras que lo concreten bien
y que hay en ese beso divino que nos das
el prestigio celeste de que nunca jamas;
podremos definir con expresion completa.
¡No tiene nombre en la habla ni tono en la paleta!
¿Quien lograra en futuras edades de la fortuna
de acertar a decirnos el color de la luna?
Amado Nervo