Al filo de las noches
Un cuerpo que se entrega no es difícil hallarlo. Eso eras tú, un hermoso cuerpo divino y vivo. Una breve cintura, un racimo dorado en tus ojos brillando entre los ríos de Agosto.
Pero es fácil que un cuerpo fulja como una gema si como amor se mira, con verdadero amor. Amor y no esa débil pasión que muere a un tiempo con el último goce de los cuerpos vencidos.
Para mí la palabra, para ti la caricia; para mí la sonrisa y el arco de tus cejas, para mí el fruncimiento de tu labio rosado, superior, tibio, altivo, carnal, condescendiente.
Pero el amor no muere porque nunca ha nacido en ti, que languideces al tocar de los dedos. Tú buscas el secreto, la dulzura, el peligro del momento robado al filo de las noches.
La amistad para ti, o el amor, eran sólo nombres a que invocar en las horas perdidas.
Julio Aumente
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