El DOMINGO de RAMOS es la puerta de esta semana, cargada de fuerza y de significado. Jesucristo llega a Jerusalén. Hemos concluido el camino cuaresmal. En un primer momento contemplamos a Jesús entre vítores y alegría. Una entrada en la ciudad peculiar y llena de simbología: no entra por sus puertas un personaje cualquiera. Entra el Siervo dispuesto a cumplir una misión. Es el Mesías que anunciaron los profetas.
Se nos invita a salir de nuestras casas y ocupaciones para recibir al Maestro e iniciar la Semana Santa aclamando a Jesús como el auténtico Hijo de Dios. De forma explícita lo hicieron los enemigos, hoy lo hacemos nosotros desde la convicción de la fe. Él es nuestro Salvador, el Mesías. Nuestros oídos deben estar abiertos y nuestros corazones despiertos a la llamada del Padre, porque su Unigénito, va a asumir todas las muertes en su muerte.
Observemos así el relato de la Pasión del Señor donde unos se declaran sus enemigos y otros sus discípulos, si bien, como nos dice el evangelista Marcos que todos los suyos huyeron y lo abandonaron, nosotros, debemos estar en disposición de contemplarlo en su totalidad, estar junto a Él los próximos días para ACOMPAÑARLE, entregándonos incluso, hasta la muerte.
¡FELIZ y "CRISTIANA" SEMANA SANTA!