HELDER CÂMARA Y LA «TEOLOGÍA DE LA VIOLENCIA»(?)
«Desgraciados aquellos que no sepan renunciar hoy a los sortijos y joyas superfluas, porque correrán el riesgo de perder mañana sus dedos, e incluso sus brazos»
Monseñor Helder Cmara. Obispo de Recife¹.
Contrariamente a lo que podemos ver en el encabezado de éste artículo Helder Cmara fué llamado el «profeta de la no-violencia» por sus seguidores y por Juan Pablo II como el «hermano de los pobres».
Obispo de Brasil plenamente identificado con las teologías de la liberación y la teología de la violencia, pro-marxista; fue líder de una corriente de incontable número de sacerdotes revolucionarios en la América Latina de los años de la guerra fría.
En ese entonces la situación particular de los pueblos llamados «subdesarrollados» en América Latina hace que este fermento revolucionario encuentre pleno apoyo popular, y su conjugación con las conspiraciones marxistas (que no dejan de existir) es obligado. Instigado por la pobreza y la miseria como fondo en estos países, aparece como la causa única para su lucha y terreno fértil para su aplicación.
En 1965, el Concilio Vaticano II le proporcionó la ocasión de difundir sus ideas y de instar a la Iglesia católica a «renunciar al lujo y al protocolo en favor de los pobres».
Lo mismo que sus émulos europeos, basa su doctrina no sólo en el Evangelio sino en el Antiguo Testamento, de donde sacan las imágenes según ellos precisas, para apoyar su movimiento revolucionario. Así encontramos una violencia sagrada inspirada en los profetas, instigada en el seno mismo de los templos y comprometedora de la Iglesia.
La prédica de la violencia cundió en América Latina, adquiriendo características de locura en ciertos casos, siendo lo más lamentable que sacerdotes de la Iglesia que debían ser mediadores pacíficos de las causas difíciles, fueron los que inculcaron las prédicas sangrientas instigando al pueblo, exasperándolo con la concientización de su estado para lanzarlo a una lucha ciega engrosando las filas del marxismo.
Helder Cmara, por ser obispo, fue una figura significativa y alentadora del “guerrillerismo sacerdotal”. Los revolucionarios de su país y de latinoamérica tuvieron un gran alentador en éste personaje quien dejó testimonio de su violencia en varios escritos:
«Respeto a los que en conciencia se sienten obligados a optar por la violencia. No la violencia fácil de los guerrilleros de salón, sino de los que han probado su sinceridad en el sacrificio de la vida."
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Los tiempos han cambiado,y puede haber otros medios de actuar sin "Guerras" armada...(?)
Quetal