Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre,
Y no desprecies la dirección de tu madre;
Porque adorno de gracia serán a tu cabeza,
Y collares a tu cuello.
Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar,
No consientas.
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Hijo mío, no andes en camino con ellos.
Aparta tu pie de sus veredas,
Porque sus pies corren hacia el mal,
Y van presurosos a derramar sangre.
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Pero ellos a su propia sangre ponen asechanzas,
Y a sus almas tienden lazo.
Tales son las sendas de todo el que es dado a la codicia,
La cual quita la vida de sus poseedores.
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Hijo mío, si recibieres mis palabras,
Y mis mandamientos guardares dentro de ti,
Haciendo estar atento tu oído a la sabiduría;
Si inclinares tu corazón a la prudencia,
Si clamares a la inteligencia,
Y a la prudencia dieres tu voz;
Cuando la sabiduría entrare en tu corazón,
Y la ciencia fuere grata a tu alma,
2:11 La discreción te guardará;
Te preservará la inteligencia...
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Proberbios del Rey Salomon