¿Cuál es, entonces, el sentido profundo de esta fiesta popular? Epifanía significa «manifestación» en griego. Dios se hace ver a toda la humanidad representada por los Magos, llegados del último rincón del mundo. Dios entra en nuestro mundo, en nuestra historia, haciéndose uno de nosotros, como un bebé. Navidad, Epifanía, los momentos del inicio, sin ruido... Ésta es la buena nueva que propone esta fiesta.
El Evangelio de San Mateo relata que los Magos llegados de Oriente habían sido guiados por una estrella hasta Jesús, que acababa de nacer. «Cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra», escribe. El oro por su realeza; el incienso por su divinidad; la mirra, perfume para embalsamar a los difuntos, para anunciar su muerte.
Aunque la Iglesia acaba el tiempo litúrgico de la Navidad a mediados de enero con el bautismo de Jesús, hay tradiciones regionales y familiares que lo prolongan. Para muchos, este tiempo de «fiestas de la luz» se acaba el día 2 de febrero, día de la Candelaria y de la Presentación de Jesús en el Templo. El 6 de enero, doce días después de la Navidad, se cierra el ciclo de las fiestas navideñas.
(Documentacion del Papa Francisco)
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