Frente a los hechos de los últimos días que han sacudido el país y, frente a los cuales se han dado todo tipo de publicaciones en las redes, es importante aclarar que ninguna forma de terrorismo puede ser aprobada ni justificada y la reprobación hacia el atentado terrorista del pasado jueves debe ser unívoca. Sin embargo, resulta bastante indignante, que desde distintas orillas políticas no haya ningún sonrojo en intentar sacar réditos políticos y aprovecharse de la situación, sobre todo de los sectores de derecha, que no han perdido un solo segundo en aprovechar la situación a su favor y como una manera de atacar a sus contrincantes políticos, lo que se constituye en un irrespeto muy grande a las víctimas del atentado por los que, supuestamente, tanto dolor sienten. Es cierto que, si el ELN es el responsable de este atentado, es un acto condenable y que se han convertido de manera ingenua en el mayor promotor de la mano dura que tanto quieren los sectores de derecha y, es por eso, que para mucha gente resulta demasiada casualidad todos los beneficios que para el Gobierno ha representado este hecho, justo en el momento en que este se encuentra tan agobiado, con una imagen tan negativa, al igual que el fiscal general de la Nación.
La suspicacia de muchas personas, que en redes se han manifestado no nacen de la nada, ni son necesariamente un intento de mancillar la memoria de los caídos en el atentado, que en cambio, sí han sido descaradamente utilizados con fines políticos.
Si hay manifestaciones, sospechando de toda la situación es porque tristemente son situaciones que en el pasado han sucedido y porque el luto que representa un acto como el ocurrido no nos puede hacer perder el foco de otros problemas graves que también tiene el país y, que afanosamente, ciertos sectores políticos quieren ocultar. No podemos seguir dejándonos manipular por aquellos sectores políticos —sobre todo radicales tanto de derecha como de izquierda—, que con el afán de conseguir sus intereses particulares se empeñan en polarizar el país y definir qué es lo bueno o que es lo malo y de crear enemigos y cortinas de humo, negándonos la posibilidad de resolver nuestros conflictos desde vías distintas a la guerra, que como ya se ha comprobado que en este país, donde los grupos armados tienen tanto poder económico —por el narcotráfico— y por las características propias de nuestro territorio, no han podido ser derrotados militarmente y a lo máxime se les ha podido reducir en su accionar bélico. Es una irresponsabilidad con un país la de aquellos políticos que propagan discursos incendiarios cuando no son ellos, sino los mismos soldados y, policías a los que ellos tanto defienden, a los que les toca poner el pecho y es a la gente a la que le toca sufrir la represión y la zozobra propia de los tiempos de guerra. No podemos volver a tiempos oscuros en los que la violencia y la guerra eran el común denominador que encubría todos aquellos problemas —como la corrupción, el clientelismo y las desigualdades económicas— que apenas se les está dando la visibilidad necesaria. El mensaje es claro, hay que rechazar la violencia venga de donde venga y hay que rechazar, de igual manera, el oportunismo político con la tragedia ajena. Cuestionar y dudar de todo no es un delito, al contrario, se hace muy necesario en un país en donde tantos se aprovechan de la ignorancia y la pasividad de la gente.
Fuente
laOrejaroja
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