ARTE Y TRADICIÓN ROMANA
Cruzar el puente y revivir la mítica Caesar-augusta en sus museos romanos es obligado en Zaragoza. También disfrutar de las terrazas de la plaza de Santa Marta.
No alcanza la categoría de catedral, pero es uno de los templos barrocos más importantes de España y la primera basílica marianista de la cristiandad, construida sobre el lugar en el que se supone se le apareció la Virgen al apóstol Santiago, en el año 40, sobre un pilar. Un pequeño templete primero y una iglesia románica después -de ella se conserva el tímpano, adosado a la fachada- precedieron a este edificio, cuya construcción fue promovida, en el año 1670, por don Juan José de Austria, virrey de Aragón. Las obras se prolongaron hasta 1730, pero mereció la pena tanta espera. Los zaragozanos tienen hoy en la plaza de las Catedrales, a la que también mira la Seo, y junto al río Ebro, que guarda silencio al pasar por aquí, su mayor centro de devoción, que se pone de manifiesto el día 12 de octubre, cuando tiene lugar una ya tradicional ofrenda floral.
Las cúpulas bizantinas y las torres barrocas son la principal seña de identidad de la basílica de Nuestra Señora del Pilar, proyectada por el arquitecto Felipe Sánchez, primero, y Herrera El Mozo después. Su mayor tesoro está en la Santa Capilla, obra de Ventura Rodríguez, donde se venera la pequeñísima talla del siglo XVI, realizada en madera dorada, de la Virgen sobre su pilar, una columna de jaspe forrada de bronce y plata y cubierta por un manto. En la capilla de enfrente y en la del costado derecho hay que mirar hacia arriba: Francisco de Goya, zaragozano él, pintó las cúpulas de La Reina de los Mártires y El Coreto. El retablo en alabastro del altar mayor, firmado por Damián Forment, es otra joya de un templo que comparte protagonismo con otros monumentos en la ciudad: la citada Seo, la iglesia de San Pablo y el sorprendente palacio de la Aljafería.