Si Esparta y Roma perecieron, ¿qué Estado puede esperar durar para siempre?
(Jean Jacques Rousseau, 1712-1778).
Así lo demuestran las acciones en Siria, Corea del Norte, Irán o Venezuela. EEUU ya no puede imponer su voluntad a los enemigos, contrincantes, a los aliados permanentes y temporales, a los que muestran su neutralidad haciéndoles 'torcer el brazo' cuando así exigen los intereses norteamericanos.
Tal es la situación, que varios especialistas en geopolítica y geoeconomía empezaron a intentar predecir los años que le quedan al dominio estadounidense. El jefe de la Cámara de Contabilidad de Rusia, Alexéi Kudrin pronosticó que Estados Unidos está en un proceso de debilitamiento, pero debido a la guerra económica y financiera que desató en el mundo, seguiría dominando en el planeta en los próximos 40 años, es decir hasta 2060. Por su parte, el premio Nobel de economía, el estadounidense Paul Krugman, también coincide con Kudrin sobre el proceso de declive de Norteamérica pero no se atreve a hacer un pronóstico.Sin embargo, de acuerdo a los estudios del profesor de Harvard Stephen M. Walt, mientras el dólar siga siendo la moneda de reserva principal a nivel global, mientras el país no pierda su capacidad como un mercado valioso y EEUU mantenga su habilidad de poder excluir a otros Estados de la infraestructura de las finanzas globales, "Norteamérica seguirá siendo muy poderosa, y su asistencia la buscarán otros Estados y sus enemigos declarados". Para Walt, ningún país lo puede ignorar. (Foreign Affairs, abril 2019).
No obstante, el profesor Stephen Walt también advierte que no hay que ignorar que EEUU ya está sintiendo ciertos límites a su poder global que se acentuaron aún más "con Trump Bolton y Pompeo que hasta ahora no se han dado cuenta que el mundo está perdiendo su unilateralidad". El dúo que rodea a Donald Trump le quitó al presidente los 'instintos iniciales' que tenía al asumir la presidencia e hicieron retroceder su política exterior a la época de George W. Bush basada en la premisa de Karl Rove (asesor principal del presidente Bush) que rezaba: "Somos un imperio ahora, y cuando actuamos estamos creando una nueva realidad". La Casa Blanca también incorporó en su diario actual la consigna del siniestro vicepresidente de George W. Bush, Dick Cheney quien en 2003 formuló la política exterior de EEUU con las siguientes palabras: "Nosotros no negociamos con el mal, simplemente lo derrotamos".T
Los resultados de su 'actuación' son harto conocidos en Irak, Afganistán, Somalia, Libia, Siria o Yemen, países que fueron destruidos, saqueados con cientos de miles de niños, mujeres y hombres asesinados sin piedad. Donald Trump es más cauteloso en lanzar a su país a una nueva aventura bélica sabiendo de antemano su inminente fracaso como sucedió con todas las recientes guerras norteamericanas.
Además, por muy belicosos y guerreristas que sean sus asesores, la CIA, la NSA, los líderes del Pentágono, cualquier nuevo conflicto bélico al que aspire la Casa Blanca no tendría un apoyo y asidero popular, pues los ciudadanos de su país están presintiendo una posible recesión económica y no están dispuestos a vaciar más sus bolsillos. Son los medios de comunicación globalizados los que están propiciando un ambiente bélico contra Rusia, China, Irán, Corea del Norte y ahora, Venezuela, sabiendo con anticipación que su país no está en condiciones de lanzarse a un nuevo conflicto bélico. Toda la propaganda de intimidación está diseñada para el consumo exclusivo norteamericano y sus vasallos europeos, asiáticos y latinoamericanos.Los impulsos de intimidación de Trump son fríamente calculados por sus colaboradores 'halcones' quienes, sin embargo, están ignorando que la política exterior norteamericana es completamente errática, egoísta y basada en el desprecio mal disimulado hacia los países que protegen su soberanía y su independencia.
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