periodista de NYT abandono de urgencia Colombia por amenazas de muerte después del trino de la narco para política senadora cabal
El mismo periodista Nicholas Casey, le confirmó a Caracol Radio a través de una conversación por WhatsApp, que salió de Colombia.
“He tomado la medida de mantenerme fuera del país por las acusaciones falsas que fueron lanzadas ayer en Twitter por María Fernanda Cabal y replicadas por varios políticos en los últimos 24 horas.
Casey sostiene que ante la gravedad de las acusaciones a raíz de su artículo publicado en el diario estadounidense The New York Times sobre el presunto regreso de los falsos positivos, teme por su seguridad.
“Este tipo de acusación es falso, y grave dado la falta de seguridad que Cabal ya sabe que encontramos en este país como periodistas”.
Además el periodista anexó la respuesta ante estos hechos del diario para el que trabaja.
“The New York Times no toma partido en ningún conflicto político en ninguna parte del mundo. Informamos de manera precisa e imparcial. En Colombia hemos escrito historias muy duras sobre las Farc, los grupos rebeldes y otras organizaciones criminales. En este caso, simplemente informamos lo que dicen los documentos escritos por el ejército, así como información proveniente los mismos oficiales colombianos”.
Todo un protocolo de seguridad ha sido activado desde el propio The New York Times para brindarle seguridad a Nicholas Casey.
Los documentos que tienen en el ojo del huracán al comandante del Ejército
Caracol Radio obtuvo las directrices del general Nicacio Martínez y que denunció el The New York Times.
“Míreme bien la cara hp; míremela porque no se le va a olvidar nunca”: Jineth Bedoya
La firmeza de la periodista que se propuso no dejar su secuestro y violación impune, produjo efectos: los hombres de las AUC pagarán 30 y 40 años de prisión
“Míreme bien la cara hp; míremela porque no se le va a olvidar nunca”, es el título del testimonio que escribió para la revista SoHo con el que quiere recordar siempre la dimensión del horror que padeció cuando fue violada por tres paramilitares: alias El Panadero, quien sembró el terror en Barrancabermeja, alias JJ y alias Huevo de pizca, el cuñado de Carlos Castaño. Jineth devolvió la indemnización que le entregó el Estado como una manera de protestar frente a la impunidad que aún ronda su caso que sigue siendo uno de los símbolos de la violencia sexual en el conflicto colombiano. Esto fue lo que narró de su puño y letra:
“En medio de esa búsqueda me encontraba con dramas terribles de mujeres desplazadas, compañeras sentimentales de paramilitares y guerrilleros, o simples visitantes del penal que eran abusadas sexualmente. El tema, para mí, era simplemente un delito más que se cometía dentro del conflicto armado o producto de la descomposición del país y tengo que confesar que ni siquiera me detenía a examinarlo, porque a pesar de que lo registraba superficialmente en los artículos, estaba muy lejano de mi cotidianidad.
Pero mis ‘hazañas’ periodísticas me cobraron el haber tocado a quien no debía. Esa mañana de mayo llegué a la puerta de la cárcel La Modelo de Bogotá en busca de una entrevista con un paramilitar y terminé drogada, amordazada y en la parte trasera de una camioneta rumbo al infierno.
Al principio no entendía nada de lo que ocurría. Pensaba que por orden de Carlos Castaño, jefe de las Auc, me iban a preguntar por qué estaba publicando tantas notas en su contra, o por qué había dejado al descubierto la red de tráfico de armas que tenían en complicidad con algunas personas de la Policía dentro del penal.
Especulaba, en un torbellino de pensamientos e ideas sobre lo que ocurría, mientras me ahogaba en mi propio vómito: estaba mareada y cuando supliqué que me dejaran vomitar, me pusieron una cinta adhesiva en la boca. Luego, cuando intenté quitarme la venda que tenía en los ojos, la respuesta fue una patada en la cara.
Hasta ese momento creí que se trataba solo de una golpiza como advertencia y que pronto se acabaría y podría respirar. Pero la camioneta se detuvo en un campo abierto donde había muchos hombres, pasaron algunos minutos y de nuevo el sujeto que me había apuntado con una pistola en la puerta de la cárcel, el que me había dado un punta pie en el rostro y me había arrancado mechones de cabello mientras me zarandeaba la cabeza, había vuelto. Por enésima vez puso su pistola sobre mi sien, la cargó y luego de golpearme me obligó a abrir los ojos lo más grande que pudiera: “míreme bien la cara hijueputa; míremela porque no se le va a olvidar nunca”. Esa fue su sentencia y luego vino la ejecución.
Sentí un frío helado por todo el cuerpo y el miedo se me sembró en el pecho. Intenté de todas las maneras posibles evitar que me quitara el pantalón y la ropa interior. Traté de reunir todas las fuerzas posibles para que no me tocara ni se acercara a mi cuerpo, pero sus otros compinches llegaron para acabarme de hundir en la humillación. Tenía apenas 26 años y la vida deshecha por tres mal nacidos.
Casi me parten el brazo izquierdo y me dejaron un colorido tono morado desde la punta de los dedos hasta la clavícula. Algunas horas después de la tortura, los golpes y el ultraje me dejaron abandonada en una carretera, en la vía a Puerto López (Meta); solo tenía ganas de morirme. Después de recibir el auxilio de un taxista y ser trasladada a una clínica volví a la realidad, a la desgraciada realidad que me esperaba y mientras me practicaban el examen de Medicina Legal, que viene siendo una segunda violación (en este caso una cuarta), me cuestionaba si la culpa había sido mía. Desafortunadamente así pensamos en un primer momento las mujeres violadas. ¿Me puse la blusa que no era? ¿Fue por la falda? ¿Mi ropa dejaba ver más de lo debido? Me tomó muchos meses saber que no era ninguna de esas preguntas. Me tomó mucho tiempo para dejar de sentirme sucia y muchos años para permitir que un hombre me volviera a tocar. Una violación no es un puño o un golpe, es un delito que nos destroza la vida.
me prometí que trataría de alguna manera de cerrar ese ciclo del que hablan los psicólogos. Son muchos vacíos y muchas lágrimas que necesito amarrar para tener la fuerza de ayudar a otras mujeres.
Reescribir la propia historia, cuando ésta es tan dolorosa, es a veces como un suicidio. Los psicólogos sustentan que es un proceso de duelo y que sirve para cerrar los capítulos nefastos. A las víctimas nos lo repiten una y otra vez, y creo que serviría y sería útil para seguir adelante, si dicho proceso estuviera acompañado de justicia.
Mis últimos once años han sido mezcla de obstinación, dolor, rabia, amor infinito por mi trabajo y desesperanza. Paciencia para ver cómo mi caso se ha quedado enredado en las telarañas del olvido y voluntad para levantarme todos los días con el ánimo de no desfallecer y seguir trabajando, de seguir viviendo. Ese día perdí, quizá, la libertad más preciada: la de soñar”.
Jineth Bedoya aceptó formar parte del grupo de víctimas para que el abuso y el ultraje que han vivido las mujeres, desde todos los bandos, en el conflicto colombiano no quedé en silencio y mucho menos en el olvido.
NOTA
Así como el anterior testimonio hay miles mas de colegas periodistas que son ultrajados desaparecidos y asesinados por los grupos armados de la ultra derecha que cuentan con el apoyo total del régimen furibestia que tiene secuestrada la paz en Colombia
La libertad de expresión es un principio que apoya la libertad de un individuo o una comunidad para articular sus opiniones e ideas sin temor a represalias, censura o sanción.
La libertad de prensa es la existencia de garantías con las que los ciudadanos tengan el derecho de organizarse para la edición de medios de comunicación cuyos contenidos no estén controlados ni censurados por los poderes del Estado. Y que toda persona pueda publicar sus ideas libremente y sin censura previa.
Investigación del NYT sobre falsos positivos tuvo poder:
Ejército eliminará documento
Lo aseguró el mismo comandante, general Nicacio Martínez, y aseguró que busca
“evitar malas interpretaciones” sobre la directriz que dio a sus subordinados.
El oficial le aseguró a El Tiempo que esa planilla tuvo la aprobación del Gobierno Nacional y el Ministerio de Defensa, pero aun así decidió quitarla luego
del artículo del New York Times en el que se alertaba sobre un incremento de muertes civiles, que son innecesarias en medio de operativos militares.
El general Martínez también señaló que el Ministerio de Defensa, liderado por Guillermo Botero, la consideraba como
“una política válida para planear resultados operacionales en la lucha contra los actores armados”, afirma el diario.
Cabe recordar que según el artículo del reconocido diario estadounidense, los comandantes de las diferentes brigadas y áreas compararan
el número de bajas del año pasado con las de este año, y que además debían duplicarlas, lo que fue interpretado
por el investigador como el regreso de las ejecuciones extrajudiciales o falsos positivos.
Entre tanto, luego de la publicación, el Ministerio de Defensa le pidió a la Fiscalía que abra investigaciones para investigar
denuncias de ese medio, pese a que considera que el artículo está lleno de imprecisiones e inconsistencias.
Ha comenzado a surgir patrón de asesinatos sospechosos y encubrimientos” en el Ejército
Eso revela este sábado el periódico The New York Times en un artículo,
según el cual se habría pedido a comandantes “duplicar las cifras” de resultados.
A esa conclusión llegó el diario estadounidense, que revisó órdenes y habló con tres altos mandos castrenses,
a partir de lo cual asegura que “las nuevas órdenes han generado incomodidad entre los militares”
El malestar tiene que ver con que una política similar en Colombia desembocó antes en la ejecución de
inocentes que después eran mostrados como guerrilleros, en un oscuro episodio de la historia
del país conocido como ‘falsos positivos’, que aún no se ha esclarecido.
“Los oficiales dijeron que los soldados colombianos vuelven a estar bajo una intensa presión y que este
año ha comenzado a surgir un patrón de asesinatos sospechosos y encubrimientos”, dice en otro de
sus apartes el artículo de The New York Times, escrito bajo el título ‘Las órdenes de letalidad
del ejército colombiano ponen en riesgo a los civiles, dicen oficiales’.
“En una reunión relatada por uno de los oficiales, un general ordenó a los comandantes
‘hacer lo que sea’ para mejorar sus resultados, incluso si eso significaba ‘aliarse’
con grupos criminales armados para obtener información sobre objetivos”, agrega.
El influyente periódico también asegura que, para aumentar las cifras que se están exigiendo,
incluyendo las de muertes en combate, se estarían ofreciendo incentivos, como vacaciones extra.
El artículo reseña una reunión, a principios de 2019, en la que el comandante del Ejército,
general Nicacio Martínez Espinel, estuvo con “los cincuenta principales generales y
coroneles del país”, a quienes se les pidió que numeraran la “suma aritmética de presentaciones
voluntarias, capturas y muertes en desarrollo de operaciones militares” de varios grupos
armados durante el año anterior y después establecer una meta para el año siguiente.
El asunto lo encendió aún más este sábado José Miguel Vivanco, de Human Rights Watch,
al mostrar cómo son, según él, las presentaciones diarias que se hacen en el Ejército colombiano.
Asegura que cada brigada “debe reportar cuántos días lleva sin combatir.
Irresponsable política que pone en riesgo a la población”.
General Diego Villegas | Captura de video
“Si le dolió mucho que mataran a un guerrillero, retírese y váyase para la guerrilla”
Noticias Uno reveló un audio en el que, al parecer, un alto oficial del Ejército insulta al general
que pidió perdón por la muerte de un exguerrillero.
“Váyase para la guerrilla para que las Fuerzas Militares tengan el honor de perseguirlo
y sacarlo de allá; si le dolió mucho que mataran a un guerrillero ¿Cómo no le dolió cuando matan
a 50, a 30, a 20 soldados o lo secuestraran?”, dice uno de los apartes del audio,
que llegó al despacho del senador Antonio Sanguino.
“General cobarde, general hipócrita, general falta de pantalones, general San… general ¡‘Santos’!
No sabe valorar su fuerza ¡Lástima esos 30 y pucho de años que usted lleva en el Ejército!”,
reitera el duro mensaje difundido por Noticias Uno.
Si bien se desconoce el origen exacto del audio o quién sería el “superior jerárquico” que lanzó tales acusaciones
y advertencias, el senador Sanguino sostiene que se lo entregó un militar, cuya identidad no reveló al informativo del Canal Uno.
El general Villegas fue suspendido de su cargo y enviado a un descanso temporal aunque el alto mando lo
reenvió a la región del Catatumbo, luego de que sus declaraciones fueran reprochadas enérgicamente
por el ministro de Defensa, Guillermo Botero, agregó el noticiero.
Hasta el momento, el coronel Jorge Armando Pérez Amézquita fue vinculado a la investigación por los hechos
que rodearon el homicidio del excombatiente de las Farc Dimar Torres y se une
al cabo Daniel Gómez por el mismo incidente, destacó El Tiempo.
NOTA
Si asi insultan a un general de alto rango y lo humillan
imeginesen el trato cruel inhumano y degradante que resive la tropa
y lo obligan a matar a quien ellos los comandantes ordenen
Alli no hay respeto por el subalterno y se vive una guerra psicologica permanente
sobre la tropa donde el ser humano no vale nada ante su comandante
entrenado como mercenario para matar al que lo contradiga