Desde el primer
momento que tomamos la decisión de incluir un gato a nuestra vida nos
comprometemos a cuidarlo y respetarlo durante todos los años que permanezca a
nuestro lado. Un buen cuidador lo llevará al veterinario, le dará comida fresca
y agua limpia todos los días, le proporcionará un sitio donde pueda descansar y
otro para jugar, y lo más importante, le dará mucho, mucho cariño a
diario.
Ningún animal debería
llevarse a casa por capricho, ni mucho menos por satisfacer una necesidad que no
es sana, sino porque realmente se quiere vivir con él. También hay que tener
presente que, si bien los gatos son más independientes que los perros, ése no es
motivo para tenerlo en el exterior sin control ni en casa solo todo el día.
Necesita pasar tiempo con su familia, y que ésta le haga sentir que forma parte
de ella, de lo contrario comenzará a aburrirse y, por lo tanto, a hacer cosas
que no debe hacer, como arañar los muebles y/o las cortinas, morder, mantenerse
aislado, y/u orinar fuera de la bandeja.