Faro radiante que iluminó el sendero, guió nuestros pasos desde el momento de nacer, nos dio protección con ese amor verdadero, nos enseñó a caminar, a recitar, a leer; a la madre que incondicionalmente nos cuidó.
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A la joven bella de nuestra adolescencia, la que llenó de sueños todos los años mozos, aquella que nos hizo felices con su presencia y dejó en la mente recuerdos tan hermosos, como solo puede dejarlos el primer amor.
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¿A quién, si no, a la mujer hay que reconocer que es la base absoluta de la humanidad? ¿A quién, si no, a ese extraordinario ser que ha colmado nuestra vida de felicidad? ¡No podría haber vida sin su bendito amor!
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A todas las mujeres que amamos en la vida, a las que de muchísimas maneras nos amaron, que tuvieron en nuestro corazón prendida esa magia de amor que siempre cultivaron, con esa alma sensible, pura y reservada.
Rodolfo Naranjo VIII Festival de Poesía
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Y mi cariño ♥
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