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General: RECUERDOS DE MI NIÑEZ
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Amaly  (Mensaje original) Enviado: 12/12/2019 11:00

RECUERDOS DE MI NIÑEZ

Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas.... Lo llamo dulcemente: "¿Platero?", y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal....
Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar, los higos morados, con su cristalina gotita de miel....
Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña ... pero fuerte y seco como de piedra. Cuando paseo sobre él los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo:
--Tiene acero ...
--Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.






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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 12/12/2019 13:41
Para corresponder ... te traigo un bello recuerdo mío ..... ya que siempre quise a los perros .

La Perrilla - Jose Manuel Marroquin




Es flaca sobremanera
toda humana previsión,
pues en más de una ocasión    
sale lo que no se espera.      

Salió al campo una mañana
un experto cazador,
el más hábil y el mejor
alumno que tuvo Diana.



Seguíale gran cuadrilla
de ejercitados monteros,
de ojeadores, ballesteros
y de mozos de traílla.

Van todos apercibidos
con las armas necesarias,
y llevan de castas varias
perros diestros y atrevidos,

Caballos de noble raza,
cornetas de monte, en fin,
cuanto exige Moratín
en su poema La Caza.

Levantan pronto una pieza,
un jabalí corpulento,
que huye veloz, rabo al viento,
y rompiendo la maleza.

Todos siguen con gran bulla
tras la cerdosa alimaña;
pero ella se da tal maña
que a todos los aturulla;

y aunque gastan todo el día
en paradas, idas, vueltas,
y carreras y revueltas,
es vana tanta porfía.

Ahora que los lectores
han visto de qué manera
pudo burlarse la fiera
de los tales cazadores,

oigan lo que aconteció,
y aunque es suceso que admira,
no piensen, no, que es mentira,
que lo cuenta quien lo vio,

Al pie de uno de los cerros
que batieron aquel día,
una viejilla vivía,
que oyó ladrar a los perros;

y con gana de saber
en qué paraba la fiesta,
iba subiendo la cuesta
a eso del anochecer.

Con ella iba una perrilla,
mas, sin pasar adelante,
es preciso que un instante
gastemos en describilla:

perra de canes decana
y entre perras protoperra,
era tenida en su tierra
por perra antediluviana;

flaco era el animalejo,
el más flaco de los canes,
era el rastro, eran los manes
de un cuasi-semi-ex-gozquejo;

sarnosa era, digo mal,
no era una perra sarnosa,
era una sarna perrosa,
y en figura de animal;

era, otrosí, derrengada;
la derribaba un resuello;
puede decirse que aquello
no era perra ni era nada.

A ver pues la batahola
la vieja al cerro subía,
de la perra en compañía,
que era lo mismo que ir sola.

Por donde iba, hizo la suerte
que se hubiese el jabalí
escondido, por si así
se libraba de la muerte.

Empero, sintiendo luégo
que por ahí andaba gente,
tuvo por cosa prudente
tomar las de Villadiego.

La vieja entonces, al ver
que escapaba por la loma,
¡sus! dijo por pura broma,
y la perra echó a correr.

Y aquella perra extenuada,
sombra de perra que fue,
de la cual se dijo que
no era perra ni era nada,

aquella perrilla, sí,
cosa es de volverse loco,
no pudo coger tampoco
al maldito jabalí.


 
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