Durante años el índice de aprobación del presidente no ha estado por debajo del 80%. Solo ha caído un poco en los últimos 12 meses. ¿Es cierto que los rusos aman a su mandatario?
Visitante en la exposición SUPERPUTIN en el museo UMAM de Moscú. 6 de diciembre de 2017.
AFP
Docenas de exposiciones y pinturas extrañas, casi todas de tamaño natural o todavía más grandes. Todos ellas tienen una cosa en común: Putin. Hay una escultura de Putin con una armadura de caballero medieval montado sobre un oso, como superhéroe y abrazado por una bábushka. Hay bustos de Putin y hasta una tira de cómic en un lienzo gigantesco.
Era diciembre de 2017 y Moscú acogía una exposición dedicada al presidente ruso, aunque no era la primera. La exposición se llamó SUPERPUTIN. Años antes se había montado una muestra similar en Moscú y Londres. Allí Putin se presentaba como Buda, Juana de Arco, Che Guevara, Sherlock Holmes y muchos otros personajes (es más fácil hacer una lista de las imágenes que no fueron usadas).
Podría parecer una especie de campaña electoral, pero los organizadores insisten en que simplemente tienen una actitud “positiva” hacia el presidente. La exposición SUPERPUTIN se inauguró poco antes de las elecciones presidenciales. Sin embargo, hasta hace poco, el ruso medio no habría visto nada inapropiado. Según los índices de aprobación publicados tanto por encuestadores estatales como independientes, los rusos mostraban su adoración por Putin. Su calificación se mantuvo constantemente alta durante muchos años. Hasta abril del año pasado no comenzó a bajar un poco.
‘Putin significa Rusia’
“Cuando está Putin, hay Rusia; cuando Putin no está, no hay Rusia”. La frase, que se hizo popular rápidamente, la pronunció el entonces jefe adjunto de la administración del Kremlin, Viacheslav Volodin (en la actualidad es el presidente de la Cámara baja del Parlamento). Aunque la idea de ver a Putin como “una personificación del país” se hizo popular entre mucha gente. A juzgar por las encuestas de opinión, es un pensamiento que también comparten los rusos medios, que consideran a Putin “un garante de la estabilidad”, un hombre que volvió a levantar “el gran país” de los escombros.
Anciana cruza la carretera frente a un mural de Putin en Kashira, pueblo situado a 115 km al sureste de Moscú. 16 de octubre de 2017.
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“Debe apreciarse lo que hizo, si lo comparamos con los tiempos de Yeltsin. Es imposible saltar al espacio desde el agujero que quedó en la época posterior a la perestroika. Ha pasado poco tiempo. Sin embargo, mi nevera y las de mis amigos están llenas, pasamos las vacaciones en los complejos turísticos, muchos se han mudado a nuevos apartamentos, todos tienen coche, algo con lo que la gente ni siquiera soñaba antes de la era Putin”, dice el guía turístico Yuri Bajáiev en una popular plataforma en línea, llamada The Questions. “Deberíamos empezar a almacenar provisiones porque Putin no durará para siempre. Lo más probable es que el próximo presidente sea uno que salga entre tus ‘tolerantes’, y nos encontraremos de nuevo en años 90 o en algo incluso peor”, afirma Alexánder Ribakov, de 57 años. Es poco probable que al hablar de “tolerantes” se refiera a los conservadores.
“La gente recuerda los tiempos en los que apenas podía alimentarse, tanto a ellos mismos como a sus familias”, dice el politólogo Gleb Pavlovksi, uno de los creadores de la imagen mediática de Putin. En más de una ocasión señaló que la popularidad de Putin se basaba principalmente en los recuerdos de los años 90, cuando la gente no recibía sus salarios ni las pensiones durante meses. “Ya no es así, lo que se percibe como un gran éxito en lugar de algo que se da por sentado”.
Un verdadero ‘muzhik’
Hoy en día la palabra muzhik significa “tipo duro con carácter fuerte”, alguien que puede, sin decir una palabra, abrir una botella de cerveza con los ojos y luego salir a caminar a temperaturas de -40ºC). Ser como un muzhik es el mayor elogio que puede recibir un hombre, y esto es lo precisamente lo que Putin representa para un ruso medio.
“Valor”, “decisión”, “fuerza”, “confianza en sí mismo”, “valentía”: son las cualidades que un ruso prototípico atribuye al presidente.
Mujer pasea frente a un grafiti de Putin, representado con un kimono de judo, en la ciudad crimea de Yalta.
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Cuando Crimea volvió a formar parte de Rusia, los índices de aprobación de Putin se mantuvieron durante mucho tiempo por encima del 80%. El máximo histórico –90%– lo alcanzó en 2015, cuando los militares rusos fueron enviados a Siria a luchar contra los terroristas.
Ambos acontecimientos, según los sociólogos, convirtieron a Putin en “un verdadero muzhik”. “Tomando Crimea desafiamos a la comunidad internacional y actuamos en contra de la opinión occidental, –explica el jefe de investigación sociocultural del Levada Center Alexéi Levinson.– La gente tiene la sensación de que el país se opone al mundo entero. Esto hace que para la mayoría de los rusos el país sea una superpotencia y Putin un líder fuerte, que no se acobarda”.
Hombre sin fracasos
¿Puede alguien como Putin cometer errores? Lo más probable es que sí. Pero los rusos (en general) no lo creen así. A lo largo de sus años en el poder, la calificación de Putin rara vez se ha visto afectada por las crisis políticas internas. Después de todo, la culpa suele recaer en el gabinete de ministros, que “no cumple” las instrucciones del presidente.
Según las mismas encuestas, el principal “pecado” de Putin es que “no sabe cómo vive la gente común”. Se sabe que el mandatario ruso no pasa tiempo online (ni siquiera tiene teléfono móvil). Recibe toda la información necesaria en una carpeta preparada diariamente por sus secretarios. De modo que existe la opinión generalizada de que “si Putin no sabe algo es porque no se lo han dicho”.
Visitante en la exposición SUPERPUTIN en el museo UMAM de Moscú. 6 de diciembre de 2017.
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El índice de aprobación de Putin solo ha bajado en cinco ocasiones. Las cuatro primeras veces la caída no fue tan significativa como en esta última. La mayoría de los expertos lo relacionan con el hecho de que Putin apoyó oficialmente una controvertida reforma de las pensiones, un tema extremadamente delicado para la población. Sin embargo, este descenso en el índice de aprobación parece ser temporal. “Ya ha habido historias similares, de las que salió sano y salvo”, afirmó el analista político y presidente de la fundación Peterbúrgskaia Polítika, Mijaíl Vinográdov, en un programa de radio de Eco de Moscú.
Según VTsIOM, un órgano oficial de encuestas, la calificación del presidente cayó a un mínimo histórico, 32,7%. Por su parte, el Centro de Levada, que es independiente, presentó una cifra más alta, 64%. Dicho esto, la calificación cayó a un nivel considerado normal, declaróLevinson a Russia Beyond. Es decir, a cifras que había antes de acontecimientos como el de Crimea o la guerra de cinco días en Georgia en 2008.
“Este es el nivel estable en el que se mantuvo el índice de aprobación de Putin durante muchos años: dos tercios de los rusos consideran necesario aprobar al presidente como símbolo de la unidad del país y demás. Puede que haya razones para situarlo por debajo de este nivel, pero durante los últimos 20 años no la hemos visto ni una sola vez. Por el momento, la gente necesita este punto de confluencia que Putin encarna”, concluyó Levinson.