Al Partido Popular no le importan los números de la epidemia, solo recuenta meticulosamente el de los muertos, porque utilizar a las víctimas es de lo que más le gusta a este partido. Le da igual que este país este atravesando la peor situación en decádas, le da igual que no sea un problema exclusivo de España, sino que media humanidad está en la misma situación, le da igual el contexto, le da igual que salgamos mejor o peor de esta, le da igual lo que nos pase a los ciudadanos porque solo tiene un objetivo: desgastar tanto al Gobierno que caiga por su propio peso, que no aguante la legislatura y que las cosas vuelvan a ser como el PP cree que tienen que ser, es decir, con ellos gobernando. Porque el PP, o gobierna o gobierna, no tiene manual de instrucciones para estar en la oposición.
La sesión de control de este miércoles en el Congreso demostró que al partido de Pablo Casado le da igual la coyuntura, que la vida fuera de las puertas de la cámara nada tenga que ver con la vida de hace un par de meses. El PP sigue aferrado a su vieja forma de hacer política.
El Gobierno de Pedro Sánchez puede haberse equivocado, puede que se siga equivocando, puede que tenga problemas con la comunicación y la improvisación, pero esta gestionando una crisis para la que nadie estaba preparado. ¿O es que el Partido Popular si lo estaba? Porque si lo estaba, nunca nos lo ha contado.
No sabemos nada de su estrategia, ni de sus recetas, ni sanitarias ni económicas, porque hacernos creer que con ellos en el poder tendríamos otras cifras y el país funcionando es tomarnos por tontos, y a estas alturas del confinamiento les aseguro que de tontos, ya no nos queda nada.
¿Qué hubiera hecho el PP en el confinamiento? ¿Qué haría ahora en la desescalada? Porque cuando nos encerramos, porque nos encerramos. Y ahora, tampoco parece gustarle cómo vamos a salir.
Bueno algunas pistas tenemos. El PP gobierna en algunas autonomías, con el apoyo de la ultraderecha (esto siempre hay que recordarlo). Entre esas autonomías está Madrid, campeona de recortes en sanidad y en el estado del bienestar, responsable del desastre de las residencias de ancianos y con una presidenta que presume de darle a los niños pizza para comer.
La crítica es lícita e incluso necesaria, la crítica furibunda sin propuestas solo tiene un objetivo: noquear al Gobierno. Se queja a diario Pablo Casado de que el gobierno no le escucha, pero ¿tiene algo que proponer? ¿Tiene algo que decir?