La muerte de su maestro de música, el 29 de mayo de ese 1916, le hizo desechar definitivamente la idea de marchar a París a continuar sus estudios de música. El 8 de junio tiene lugar su encuentro en Baeza con Antonio Machado, durante una de sus excursiones; fue en un acto en el que el poeta sevillano recita fragmentos de sus poemas y Federico, aún más músico que poeta, ilustra al piano. Crucial será este encuentro entre los dos poetas que marcará un antes y un después en la vida profesional y personal de ambos literatos.