Jeanine Áñez es una de esas personas que cree que una sonrisa convincente lo puede todo. Foto: RCNRadio.
El 1979, Lidia Gueiler fue por descarte Presidenta de Bolivia, en una presidencia que estuvo secuestrada por los militares y que derivó en el golpe de Estado de García Mesa; 40 años después Jeanine Áñez se convierte en circunstancias análogas en la segunda presidenta mujer. ¿Qué hay detrás de la foto de ella sonriente con la banda presidencial y retoque de maquillaje? , ¿qué hay en su mirada?, ¿cuáles son sus complejos y temores?
Creció en San Joaquín, una población, que si el Beni no figura en el mapa de poder de Bolivia, su población no figura ni siquiera en el mapa de salud, ni educación; allí no hay nada más que cielo y la tierra.
La imagino de niña, correteando pata pila o con chinelas heredadas, como la niña morena de entre cientos de niñas morenas que aprenden, antes que a leer, a odiar el color de su piel y sus cabellos, porque a ese remoto lugar donde no llegó el Estado, llegó Barbie y Coca Cola, anunciando felicidad.
Una de esas niñas barbieficadas es hoy nuestra presidenta, la que gracias a la rubia cabellera logró separarse y distinguirse de su grupo social. Su rubificación no puede ocultar los pómulos y los ojos rasgados, de un origen que la ha colocado en la historia como enemiga de sí misma. Su odio a lo indio es de todos los odios el más doloroso, porque es un odio contra sí misma.
La palabra puta fue como para muchas de nosotras una de las primeras palabras en entrar como puñal en su vida: se la gritó su hermano, se la grito su padre a su madre y su cortejo le dijo puta también.
Fue testigo de violaciones sexuales, de toqueteos y acosos sellados siempre con la palabra puta. En ese mundo aprendió a sobrevivir. Su madre le enseñó a disimular, sus tías a sonreír y mantener la frente en alto, aunque lleves el corazón destrozado. Sus vecinas le enseñaron que en Beni ser mujer es una desgracia y que las oportunidades hay que cogerlas al vuelo, como lo hacen las pirañas.
Aceptó arriesgar el pellejo poniéndole un precio alto a su cargo y cobrando por adelantado.
Jeanine es una de esas personas que cree que una sonrisa convincente lo puede todo. No es hábil argumentando, pero sí sonriendo. Habla con humildad y miedo, muestra un poquito su debilidad para que no adviertas en ella lo que realmente es capaz de hacer.
Si hubiera sido hombre no hubiera sido un potentado ganadero, hubiera sido el matón, el guardaespaldas o el capataz del patrón.
No es la usurpadora del poder, porque el proyecto de poder en el que está metida no es el suyo; en ese proyecto ella es una ficha y lo sabe. Jeanine es la subalterna, pertenece a ese grupo gigante de mujeres que el día que contemplan o son víctimas de una violación deciden negociar esa violación, negociar su papel en el mundo con los violadores, servir de pantalla, ayudar a tapar el delito, sobrevivir colocándose al servicio del más fuerte.
Los hombres ubican con gran destreza a esas mujeres y las convierten en sus aliadas estratégicas, esa es Jeanine Añez, en ella gobierna el patrón del mal, y es una transacción que ha aceptado con beneplácito.
Las mujeres que se conmueven porque ven a una mujer gobernando el país ven un espejismo. Ser un espejismo es la mayor de sus cualidades, no por nada su verdadera vocación es la de presentadora de televisión: puede presentar un feminicidio y pasar a la farándula con la misma sonrisa.
La Biblia es el único libro que estuvo siempre en su vida, como objeto decorativo, como referencia utilitaria, como suplente del vacío de conocimiento y de información. Así es como la usó el día de su posesión.
Cumple con el destino de mujer beniana prohibida de pensarse a sí misma; ella ha tenido que pensarse siempre como clan y resolver todos, y cada uno de los dramas de cuanto pariente se ha trepado en sus espaldas.
También por eso no dudó en aceptar el cargo, porque no hay dinero que alcance para tantas bocas, para tantas ambiciones, para tantas flojeras, para tantos parásitos.
No es santurrona, ni beata, porque en su clan familiar hay de todo y para todos los gustos, y porque por su cama han pasado suficientes hombres como para quedarse mejor sola que mal acompañada. La fe juega entonces en su vida un papel distinto al moralista; le sirve como el tinte de cabello para dignificarse socialmente, como muletilla en el discurso, y para encomendarse a un ser supremo cuando sale de la casa presidencial, a pisar un campo que ella misma sabe que está minado.
Camacho aparece en un video admitiendo que su padre pactó con la Policía y el Ejército (y Morales dice que eso confirma el golpe)
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El actual ministro de Seguridad fue el nexo con los militares y con las fuerzas de seguridad.
En un video que circula en las redes sociales, Luis Fernando Camacho, exlíder cívico y actual candidato presidencial en Bolivia, admite abiertamente que fue su padre quien llegó a un acuerdo con el Ejercito y con la Policía para que se sumaran a su estrategia golpista, negándose a reprimir las movilizaciones en contra del Gobierno de Evo Morales.
"Fue mi padre que cerró con los militares para que no salgan. Con la Policía de la misma manera, fue él", asegura Camacho en la grabación. Las circunstancias en las que hizo estas declaraciones no han sido aclaradas.
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Este sábado, el exmandatario se refirió al video en su cuenta de Twitter, calificándolo como "prueba irrefutable" de que en Bolivia sucedió un golpe de Estado, a pesar de que el Gobierno de facto de Áñez, Mesa y el propio Camacho "intenten negarlo". Asimismo, dijo confiar en que la justicia actué contra "los golpistas y genocidas".
Por el carácter multidimensional del proceso golpista, nunca podríamos afirmar que existe un único responsable. Siempre hay muchos actores que participan en esta tarea, desde quién acaba asumiendo la Presidencia pos golpe hasta aquel que inicia una campaña de desgaste con una fake news.
En Bolivia, el golpe de Estado contra la democracia, con el objetivo de deponer a Evo Morales como presidente, también contó con muchos participes, cada cual en su justa condición; unos como colaboradores y otros como cómplices; los hubo más pasivos o más activos; algunos planificaron desde el inicio y otros se fueron sumando a medida que se fueron desarrollando los acontecimientos.
LA OEA únicamente logró demostrar irregularidades en 78 actas de un total de 34.555, lo que supone el 0,22%. De hecho, para la muestra seleccionada, eligieron los casos allá donde el partido oficialista había obtenido muchos votos
He aquí un recuento breve, pero preciso, de quiénes fueron todos los corresponsables del golpe de Estado en Bolivia, con nombres y apellidos:
1. El fascismo de los comités cívicos, especialmente el de Santa Cruz
Este movimiento político, tan violento como racista, no es nuevo, sino que viene desde el principio de la gestión de Evo Morales, porque jamás aceptaron que un representante indígena y campesino fuera quien tuviera el mandato popular para gobernar el país. Lo intentaron muchas veces, con muchos representantes diferentes y, esta vez, el turno fue de Luis Fernando Camacho, quien no se presentó a elecciones, quien no tiene ningún voto, pero decidió que la violencia y el terror eran las armas para alcanzar el objetivo: derrocar a Evo y acabar con el Estado de Derecho y orden constitucional del país.
2. La oposición partidaria que sí se presentó a las elecciones
Fundamentalmente, Carlos Mesa, principal contrincante de Evo Morales, derrotado en las últimas elecciones, fue clave en todo este proceso golpista, desconociendo resultados por anticipado y declarando fraude mucho antes que se produjeran las elecciones. El mismo día de los comicios salió a anunciar que había segunda vuelta sin que se culminara el recuento de votos. Luego de las elecciones, mantuvo constantemente una postura silenciosa, cómplice, ante la violencia desatada por los comités cívicos, reacomodándose al nuevo eje político golpista sin exigir que se frenara.
3. La actual Secretaría General de la Organización de Estados Americanos (OEA)
Siempre presente cada vez que existe un proceso de desestabilización antidemocrático. Esta vez lo hizo de forma directa, participando en el proceso electoral. Primero, fue con el informe preliminar de la misión electoral, que sin base alguna, anunció que era "recomendable una segunda vuelta". Segundo, con un informe preliminar de la auditoría lleno de debilidades, sesgado y parcial, sin rigor, y centrado en su mayoría en criticar al sistema provisorio de transmisión de datos (no vinculante).
Y es que a la hora de analizar las actas oficiales, las reales, únicamente logró demostrar irregularidades en 78 actas de un total de 34.555, lo que supone el 0,22%. De hecho, la muestra seleccionada, en sus propias palabras escritas en el informe, no obedece a criterios estadísticos sino que eligieron los casos allá donde el partido oficialista había obtenido muchos votos. El informe está plagado de adjetivos y adverbios con tono valorativo y discrecional ("comportamiento inusual", "presumiblemente") demostrando su incompetencia en cuanto a rigor e imparcialidad.
4. El Gobierno de los Estados Unidos
Otro infaltable: como siempre, tras cada golpe, reaparece precipitadamente reconociendo al nuevo presidente autoproclamado. Aunque esta vez, desde inicios de este año, diferentes autoridades del Departamento de Estado –por ejemplo, Kimberly Breier– ya habían declarado que el proceso electoral boliviano estaba repleto de irregularidades, usando incluso el término de "potencial fraude"; además, plantearon más de una vez que se debía de estudiar el desconocimiento de los resultados que de la cita electoral se desprendieran.
Es la segunda vez que lo hace. En el año 2008 se amotinó y desconoció al presidente Evo, provocando inseguridad ciudadana y desestabilización política y social. No prosperó en ese entonces, pero ahora lo repitió en un momento de gran caos y estado de terror provocado por el movimiento fascista en las calles. Fue un actor clave en la última fase del golpe de Estado.
6. Las Fuerzas Armadas
Seguramente este es el actor más difícil de descifrar en este golpe. Actuó en forma muy particular: hasta el último momento no se pronunció ante la grave situación. En primer lugar, cuando todo comenzaba a estar al límite, emitieron un comunicado escueto pero con un párrafo último muy ambiguo. Después, en uno de los momentos de mayor tensión, se mantuvieron en silencio hasta que, al final, salieron a pedir la renuncia del presidente Evo.
Es muy probable que al interior hubiera división, y todavía la haya. Las Fuerzas Armadas tuvieron varias horas de desconcierto, sin querer aprovecharse del vacío institucional de poder existente, y en ningún momento asumieron el control de las riendas del país. Sin embargo, esto no les exime de responsabilidad porque se fueron acoplando al tsunami golpista. A partir de ahora veremos qué ocurre porque la partida aún no está cerrada en cuanto a su papel en los próximos días y semanas. Hasta el momento, la autoproclamada presidenta ha cambiado al comandante de las Fuerzas Armadas, lo cual quiere decir que no se fía del anterior ni de la ascendencia de éste sobre otros mandos intermedios.
El eje explicativo central de este golpe definitivamente reside en el racismo que posee una clase boliviana que no acepta a lo indígena, esencia de un Estado Plurinacional
7. Ciertos medios de comunicación
Jamás pueden faltar en cada golpe. Son claves para construir el marco de referencia antes, durante y después.
Uno de los principales responsables en esta tarea en Bolivia es Página Siete. Un ejemplo es suficiente para demostrar cuál fue su forma de generar el máximo nivel de zozobra: desde la noche de las elecciones hasta 48 horas después, sostuvo en su portal como entrada principal el resultado de una encuestadora privada, Viaciencia, que daba sólo 4 puntos a favor de Evo para instalar la idea del fraude a pesar que ya había sido publicado oficialmente el cómputo preliminar y definitivo. Este medio siempre fue el máximo exponente del marco del fraude, antes y después, defendiendo el desconocimiento de los resultados desde el inicio y saliendo rápidamente a avalar la transición no democrática.
Además, hay otros actores involucrados. No podemos obviar el rol del "periodista" Carlos Valverde, quién en la previa del referéndum del 2016, fue responsable de la campaña sucia en base al "caso Zapata", orientada a erosionar la imagen de Evo Morales.
Los grandes empresarios del país se enriquecieron mucho en el ciclo largo de bonanza económica. Es por ello que esta vez no está tan claro que este golpe de Estado tenga su raíz en su posición en contra del modelo económico boliviano. El eje explicativo central de este golpe definitivamente reside en el racismo que posee una clase boliviana que no acepta a lo indígena, esencia de un Estado Plurinacional.
Sin embargo, los grandes grupos económicos del país tampoco están ajenos a esta cuota de desprecio por todo lo que tenga que ver con lo indígena. Es por ello que, seguramente, buena parte de los grandes empresarios del país hayan estado dubitativos entre aceptar la dirección indígena que le garantiza un proyecto económico estable y altamente rentable para ellos, o participar en este golpe a favor de dirigentes que sólo saben ser violentos en las calles.
9. Los oportunistas de siempre
No falta el títere de turno que siempre quiere la foto como presidente, aunque sea en condición de autoproclamado. Esta vez este papel, a lo Guaidó, lo desempeña la opositora beniana Añez, que obtuvo algo menos de 50.000 votos para obtener su banca de senadora. De todas formas, lo que es seguro es que ella, a pesar que se auto promulgue y algunos otros lo repitan, jamás será la Presidenta del país.
Alfredo Serrano Mancilla Director CELAG, Doctor en Economía, @alfreserramanci
La respuesta de Cuba a las acusaciones de Áñez de quedarse con el 80 % de los pagos a los médicos en Bolivia
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El canciller cubano, Bruno Rodríguez, presentó, además, datos de lo que había significado la retirada del país de las brigadas médicas. "No son solo cifras, son seres humanos", subrayó.
El canciller cubano, Bruno Rodríguez, calificó como "vulgares mentiras" la afirmación de la presidenta de facto de Bolivia, Jeanine Áñez, quien manifestó que el Gobierno del país caribeño se quedaba con 80 % de los pagos destinados a los médicos.
Rodríguez escribió en su cuenta de Twitter que esta aseveración es "otra muestra de su servilismo a EE.UU.", y le pidió que le explicara a los bolivianos que, tras el retorno forzados de colaboradores médicos cubanos, "se han dejado de realizar más de 454.440 atenciones médicas".
El ministro de Relaciones Exteriores manifestó que, tras dos meses sin atención en el área de salud por parte de la brigada médica de Cuba, 1.000 mujeres no han contado con asistencia especializada en sus partos y han dejado de practicarse 5.000 intervenciones quirúrgicas y 2.700 cirugías oftalmológicas. "No son solo cifras, son seres humanos", agregó.
Previamente, Áñez había cuestionado el profesionalismo de los trabajadores de la salud cubanos y dijo que del total de gastos por cada médico, que correspondía a 9.000 bolivianos (1.300 dólares), "80 % era desviado para financiar al castrocomunismo".
Según las cifras que presentó, 147 millones de dólares que supuestamente el Gobierno de Bolivia otorgó a la Embajada de Cuba, se pudieran haber practicado 7.355 trasplantes renales.
Salida de médicos de Bolivia
Tras el golpe de Estado contra Evo Morales, el Gobierno cubano regresó a ese país a 725 "funcionarios de cooperación" ante la la "falta de garantías a su integridad física".
Previamente, cuatro personas habían sido detenidas arbitrariamente en el país andino acusadas de financiar protestas luego de que retiraran una cantidad considerable de dinero.
Sin embargo, las autoridades cubanas lograron demostrar que esa suma estaba destinada al pago de los salarios de un centenar de trabajadores de la salud pública en Bolivia. Al demostrarse su inocencia, fueron liberados y con la intervención de la Cancillería de su país regresaron a casa.
Grupo de Puebla pide a la OEA que declare legítima la elección de Evo Morales tras la publicación del estudio que dice que no hubo fraude
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El Grupo de Puebla, organización integrada por figuras políticas progresistas latinoamericanas, solicitó a la Organización de Estados Americanos (OEA) que "convalide los resultados electorales" de las presidenciales de Bolivia y que "declare la legitimidad de la elección" del dimitido mandatario Evo Morales.
En un comunicado firmado por 17 personas, entre ellos los expresidentes Rafael Correa, Dilma Rousseff y Ernesto Samper, se calificó de "apresurada e intencionada" la declaración de la OEA donde se concluyó que Morales había ganado de manera irregular y evitado una segunda vuelta, al no conseguir el 10 % de diferencia necesaria con su competidor más cercano.
Del mismo modo, pide al organismo americano "aclarar de forma inmediata" los elementos que arrojaron un supuesto fraude en los comicios, que han sido cuestionados recientemente en un estudio independiente.
En el texto se manifiesta que en el estudio titulado '¿Los cambios en los votos tardíos indican fraude? Evidencia de Bolivia', donde participaron los investigadores Nicolás Idrobo, Dorothy Kronick y Francisco Rodríguez, "la OEA no ofreció evidencias de fraude en las elecciones".
Llamado a la OEA
En este comunicado, los firmantes catalogan de "repudiables" las "acciones cometidas por la OEA" contra Bolivia y dicen que si se llega a comprobar la "discrecionalidad" de los resultados de su auditoría a las elecciones del pasado 20 de octubre, se podría "presumir que el organismo multilateral fue cómplice del derrocamiento de un gobierno democrático".
El Grupo de Puebla pide al bloque americano "aclarar de forma inmediata" los métodos utilizados y que una comisión independiente a la Secretaría General de la OEA, presidida por Luis Almagro, opositor al Gobierno del dimitido Morales, "se encargue de reestablecer la legitimidad democrática en Bolivia".
Del mismo modo, solicita al gobierno de facto de Jeanine Áñez "entregar inmediatamente el poder del Estado", ante el "retraso sistemático e inexplicable de las elecciones" en ese país.