Medianoche
El día se acaba, con su bella vestimenta,
en el horizonte resplandece anaranjada
luminosa pero ya un poco cansada,
tras montañas, llanuras y mares todo cuenta.
En el campo ni jilguero ni ruiseñor ya no cantan,
se acurrucan en los árboles, están dormidos
esperan un nuevo rayo de sol y el ladrido de un can,
para emprender su vuelo alegre saliendo de sus nidos.
Y va cayendo la tarde dando paso a la noche
misteriosa, silenciosa sin trochemoche,
nos curva sin remedio bajo el cansancio,
sin prisas, ni ruidos, lentos más despacio.
Y llega la hora bruja que a tantos acongoja,
pero es la hora de amar de caricias y besos,
en sombra, donde la gota de rocío moja
en la medianoche calando hasta los huesos.
Soledad García Baena