Ya vienen pisando fuerte sin herraduras, ya llegan tremendas y sin mesura, ya están aquí, frías y henchidas las botas de los que me llevan sin razón ni fuerza a la cordura.
La noche es fría, yerma y angosta más no porque el calor no esté, más bien por la ausencia, que lo hizo desaparecer.
Y sé y me consta que a mi Graná, no la volveré a ver, ni a sentir, ni a oler; pues el camino del destino cruel trato me dio por haber pensado y vivido distinto, la vida, me sesgó.
|