La pintura describe un tema recogido en el Libro Primero de los Reyes. Dos prostitutas, que vivían en la misma casa y habían tenido un hijo al mismo tiempo, piden la intervención del rey- juez Salomón cuando uno de aquellos muere, sofocado involuntariamente por su madre mientras dormía, y ambas reclaman como suyo al superviviente. Para establecer la verdad y aplicar justicia, Salomón manda traer una espada y ordena que el niño sea dividido en dos partes y que se entregue una mitad a cada una de las dos madres. Entonces la verdadera madre exclama: "Oh, Señor, te lo ruego, dale a ella el niño vivo y no lo mates". La otra, por el contrario, dijo: "Ni para tí, ni para mí, que lo partan". Entonces el rey pronunció su sentencia: "Dad el niño vivo a la primera, porque ella es su madre".La obra, al igual que ocurre con su pareja La Venganza de Tomiris, se basan en las ejecutadas por Peter Paulus Rubens y transmitidas a Luciano Salvador probablemente por las estampas grabadas que realizara François Ragot (1638- 1679) de las mismas. Esta escena situada en un marco más simplificado, en el que destaca el predominio de los tonos sombríos y en la que la arcada del fondo se abre a unos celajes muy distintos a los rubenianos. La fidelidad es, no obstante, absoluta en cuanto a los personajes, su disposición y actitudes, aunque de menor fuerza expresiva y psicológica.