A principios del siglo XV llegaron a la Europa continental unas gentes de tez morena procedentes de las islas griegas de Creta y Corfú, diseminándose por diversos países. Se les dio el nombre de egipcianos porque se presentaron a sí mismas como nobles egipcios, aunque en realidad la palabra hacia alusión a la región de Corfú donde vivían al menos desde 1322, conocida como pequeño Egipto. El término derivó en gitanos, pero su denominación correcta es Rom y su procedencia original el subcontinente indio. Lo curioso es que eran una escisión de un tronco mayor del que la otra parte es el pueblo Dom, que eligió como destino Oriente Medio y el norte de África y es bastante menos conocido.
Los dom están presentes en Afganistán, Azerbaiyán, Jordania, Siria, Argelia, Túnez, Marruecos, Sudán, Líbano, Israel o Malta, por ejemplo, si bien la mayor parte de sus miembros se reparten entre Turquía, Egipto, Irán e Irak. Es difícil saber con exactitud de cuántos individuos hablamos, ya que sufren cierto grado de xenofobia y muchos países no los incluyen en sus censos o lo hacen sin destacar su etnia, de la misma forma que ellos mismos tienden a ocultar su identidad para no ser postergados. Resulta significativo que en algunos sitios como Irán se les aluda con palabras como gurbati o kouli, que significan forasteros, mientras que en árabe se les considera nawar, es decir, nómadas.
En cualquier caso, los cálculos apuntan a una cantidad en torno a dos millones y cuarto de personas, que tienen una identidad y un idioma propio. Este último es el domari, una lengua indo-aria, perteneciente a la familia indoeuropea y carente de forma escrita porque la cultura dom es oral. Eso hace que esté en peligro de extinción y, de hecho, muchos dom ya no lo hablan; un ejemplo, de los ocho dialectos domaríes que aún persisten, el de Palestina sólo tiene ya dos centenares de hablantes. Un problema agravado porque dichos dialectos son muy diferentes entre sí, lo que dificulta la inteligibilidad entre ellos, y ha recibido influencias del árabe, el persa y el griego bizantino.