Cuando llegue la Luna llena iré a Santiago de Cuba, iré a Santiago en un coche de agua negra, iré a Santiago.
Cantarán los techos de palmera, iré a Santiago, cuando la palma quiere ser cigüeña, iré a Santiago, y cuando quiere ser medusa el plátano, iré a Santiago.
(Iré a Santiago), con la rubia cabeza de Fonseca, (iré a Santiago), y con la rosa de Romeo y Julieta (iré a Santiago), mar de papel y plata de monedas (iré a Santiago), ¡oh Cuba!, ¡oh ritmo de semillas secas! (iré a Santiago), ¡oh cintura caliente y gota de madera! (iré a Santiago), ¡arpa de troncos vivos, caimán, flor de tabaco! iré a Santiago, siempre he dicho que yo iría a Santiago.
(Iré a Santiago), brisa y alcohol en las ruedas, (iré a Santiago), mi coral en la tiniebla, (iré a Santiago), calor blanco, fruta muerta, (iré a Santiago), ¡oh bovino frescor de cañaveras!
¡Oh Cuba!, ¡oh curva de suspiro y barro!, iré a Santiago.
No te conoce el toro ni la higuera, ni caballos, ni hormigas de tu casa. No te conoce el niño ni la tarde porque te has muerto para siempre.
No te conoce el lomo ni la piedra, ni el raso negro donde te destrozas. No te conoce tu recuerdo mudo porque te has muerto para siempre.
Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, un andaluz tan claro, tan rico de aventura. Yo canto su elegancia con palabras que gimen y recuerdo una brisa triste por los olivos.
Porque te has muerto para siempre, como todos los muertos de la Tierra, como todos los muertos que se olvidan en un montón de perros apagados.
El otoño vendrá con caracolas, uva de niebla y montes agrupados, pero nadie querrá mirar tus ojos porque te has muerto para siempre.
No te conoce el toro ni la higuera, ni caballos, ni hormigas de tu casa. No te conoce el niño ni la tarde porque te has muerto para siempre.
No te conoce el lomo ni la piedra, ni el raso negro donde te destrozas. No te conoce tu recuerdo mudo porque te has muerto para siempre.
Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, un andaluz tan claro, tan rico de aventura. Yo canto su elegancia con palabras que gimen y recuerdo una brisa triste por los olivos.
Porque te has muerto para siempre, como todos los muertos de la Tierra, como todos los muertos que se olvidan en un montón de perros apagados.
El otoño vendrá con caracolas, uva de niebla y montes agrupados, pero nadie querrá mirar tus ojos porque te has muerto para siempre.