El ego es la base de nuestra identidad personal y, como consecuencia, tanto de nuestra autoestima como del egocentrismo.
Podríamos diferenciar estos dos conceptos de esta forma: la autoestima es un querer sano y tolerante, el egocentrismo es un querer vacío, irreflexivo, excesivo e intolerante.
Caminaba con mi padre cuando él se detuvo en una curva y después de un pequeño silencio me preguntó:
-Además del cantar de los pájaros, ¿escuchas alguna cosa más?
Agudicé mis oídos y algunos segundos después le respondí:
-Estoy escuchando el ruido de una carreta.
-Eso es -dijo mi padre-. Es una carreta vacía.
-¿Cómo sabes que es una carreta vacía, si aun no la vemos?- pregunté a mi padre.
-Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por causa del ruido. Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace- me respondió.