La muerte de los amantes
Tendremos lechos de ligeros aromas repletos, divanes profundos como tumbas, y flores extrañas sobre repisas, abiertas para nosotros bajo cielos más bellos.
Usando a porfía sus últimos calores, nuestros dos corazones serán dos amplias antorchas, que reflejarán sus dobles luces en nuestros espíritus, esos espejos gemelos.
Una noche mística, hecha de rosa y de azul, intercambiaremos un rayo único, como un largo solozo, repleto de adioses; y más tarde un ángel, abriendo las puertas, leal y alegre, vendrá a reanimar, los sucios espejos y las llamas muertas.
VICTORIA
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