LA LÁGRIMA
No sé quién la lloró, pero la
siento (por su calor secreto y su amargura) como brotada de mi desventura, como nacida de mi desaliento.
Quizá desde un lejano sufrimiento, desde los ojos de una estrella pura, se abrió camino por la noche oscura para llegar hasta mi sentimiento.
Pero la siento mía, porque alumbra mi corazón sin esa luz sin tasa que sólo puede dar el propio fuego:
Rayo del mismo sol que me deslumbra, chispa del mismo incendio que me abrasa, gota del mismo mar en que me anego.
Francisco Luis Bernárdez.
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