Risueños y delicados son mis pensamientos, Que sueltan carcajadas pecaminosas, Dulzuras, penas y enamoramientos, Que someten mi corazón con proezas dolorosas, Danzan con el ritmo del infierno, Poniendo mis entrañas temblorosas, Cubriéndome tú con tu manto tierno, Alejándome de sus poesías tormentosas. Pongo en tus manos mi alma, Purezas infinitas de su corazón, Y salvas tu esencia eterna, A la muerte no le das razón, Extasiándome como canto de sirena, De malaventurados hechos sin pensamiento o creación, Que por siempre llevara a la llama del infierno, El alimento del maligno, Que sobrecoge dolor indigno, De entrar a las puertas del cielo, O sumergirme en el lento llanto del averno.
|