Santos Dimas, Quirino e Irineo. La Anunciación de Nuestra Señora.
GLORIA
Nombre que no necesita interpretación. Procede del latín gloria; no ha cambiado por tanto su forma ni su significado a pesar del paso del tiempo. Su antigüedad alcanza probablemente los tres milenios. Trae su origen del indoeuropeo: así lo hace creer su homónimo griego kleoV (kléos), en que se forma el concepto de gloria, junto con kluew (klýeo), klutoV (klytós), de donde hemos obtenido ínclito, relacionado con el latín clarus, clara, clarum, en cuyos confines está también el verbo clamare. Tienen en común todas estas palabras, que describen lo que suena, lo que se dice acerca de uno; se refieren al reconocimiento que hacen los demás del valor de uno. Eso es la cláritas y el kleoV (kléos), y la acclamatio y la gloria (todas dentro del grupo fonético cla, clo, glo). Eso es tras lo que finalmente andamos todos: deseamos estar en la boca de los demás ex abundantia cordis, por la abundancia del corazón, porque lo llenamos de admiración unas veces, de inquietud otras, de temor otras. Eso es la gloria, de la que todos estamos necesitados, unos más y otros menos: el que menos, necesita llenar el corazón de los que tiene más cerca; y tener constancia de que lo mantiene lleno, porque la boca es su rebosadero. Ese es el mínimo de gloria que nos garantiza una vida aceptable. Como decían los griegos, todos sentimos la necesidad de kleoV einai tini (kléos éinaí tini) de "ser una gloria para alguien". Los más ambiciosos aspiran a que su gloria alcance a los cielos; por eso se empeñan en acciones heroicas, es decir de dominación; y con ellas se esfuerzan en extender su dominación y señorío para aumentar su gloria.
Las Glorias celebran su onomástica el domingo de Pascua de Resurrección, que se llamaba antiguamente Domingo de Gloria .
He ahí por qué algo tan noble y tan bello como la gloria tenía que convertirse en nombre de mujer. ¿Quién no desea que su amiga, su mujer, su hija, su amor, sea su gloria? ¡Felicidades por tan maravilloso nombre!
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