Son grandes admiradores del poeta Virgilio los que ponen este nombre a sus hijos. Que no es éste un nombre cualquiera, de los que se ponen porque están de moda o porque suenan bien. Tiene, además, la protección de dos santos: San Virgilio obispo de Salzburgo (siglo VIII) y San Virgilio obispo de Arles (siglo VII). Al primero se le llamó el apóstol de Carintia, región que fue a evangelizar después de haber sido abad de San Pedro de Salzburgo y obispo de esta misma ciudad. El segundo fue primero militar, luego monje y por fin obispo. Tuvo especial amistad con San Gregorio Magno, con cuya ayuda restableció la disciplina eclesiástica y construyó varias iglesias.