La rosa blanca
¿Cuál de las hijas del verano ardiente, cándida rosa, iguala a tu hermosura, la suavísima tez y la frescura que brotan de tu faz resplandeciente?
La sonrosada luz de alba naciente no muestra al desplegarse más dulzura, ni el ala de los cisnes la blancura que el peregrino cerco de tu frente.
Así, gloria del huerto, en el pomposo ramo descuellas desde verde asiento; cuando llevado sobre el manso viento
a tu argentino cáliz oloroso roba su aroma insecto licencioso, y el puro esmalte empaña con su aliento.
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