Una niña quedó encantada una noche de ilusión, donde la luna paseaba con las nubes de algodón.
Paseaba con sus velos, entre luceros y estrellas, con su majestuoso atuendo blanco, de tules y sedas.
La luna le hizo un guiño para subirla a su grupa, y recreó en sus ojitos el satén de su blancura.
La paseó de su mano, la balanceó en sus curvas, la acunó en un dulce sueño... en aquella noche oscura.
La niña jamás volvió, allí recreó su cuna... y entre las constelaciones, cada noche se pasea
a la grupa de la luna.
Brel
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