Dos de desamor
LIV
Cuando volvemos las fugaces horas del pasado a evocar, temblando brilla en sus pestañas negras una lágrima pronta a resbalar.
Y al fin resbala y cae como gota del rocío al pensar que cual hoy por ayer, por hoy mañana volveremos los dos a suspirar.
XLIV
Como en un libro abierto leo de tus pupilas en el fondo. ¿A qué fingir el labio risas que se desmienten con los ojos?
¡Llora! No te avergüences de confesar que me quisiste un poco. ¡Llora! Nadie nos mira. Ya ves; yo soy un hombre... y también lloro. | |
Gustavo Adolfo Bécquer
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