Un Pedido al Amor
Cuando es tu corazón quien pide sepas que ya fuiste atendido
antes de hacer el pedido.
Había una linda princesa llamada Noa.
Todos los días, cuando el sol estaba para ponerse,
ella cantaba en gratitud por más un día.
Y todo el reino silenciaba para oír su linda canción.
Todos sentían una gran paz. Los niños amaban la voz de Noa.
Su voz era un símbolo de amor dentro del reino.
Un día, la voz de Noa silenció.
Noa no conseguía hablar y ni cantar, y nadie sabía el porqué.
El rey muy preocupado, pidió ayuda a todos los sabios del reino
en la tentativa de recuperar la voz de Noa.
Algunos traían recetas caseras, hierbas consideradas
milagrosas, otros la benziam.
Pero nada surtía efecto y, así, el reino se cayó en profunda tristeza.
Las tardes ya no eran tan especiales sin el canto de Noa.
Y el tiempo fue pasando...
Noa ya no era vista al atardecer, y el rey estaba en llantos
por el dolor de su hija.
En una noche fría, el rey oyó batidas en la puerta del castillo
y el mismo fue a abrirla.
Cuando vio a un pobre mendigo a pedir por comida:
Señor me da de comer, tengo mucho hambre.
El rey, viendo el pobre hombre, ordenó que dieran de comer al mendigo.
Y entonces el mendigo dijo al rey:
Eres un hombre tan bondadoso!
Me diste de comer cuando yo más necesitaba.
Como puedo retribuir tamaña generosidad?
Y el rey, triste, miró hacia la noche fría y dijo:
No hay nada que puedas hacer.
Mi mayor deseo, nadie puede realizarlo.
Vaya con Dios.
Y así, el mendigo salió del castillo muy agradecido.
El día siguiente el Rey oyó su hija llamarlo.
Subió a las prisas la escalinata del castillo y
se alegro al ver que Noa había recuperado su voz.
Y el reino entero festejó por el milagro ocurrido con Noa.
Podrían oír su voz al atardecer y los días serían felices nuevamente.
Y el rey, en su tamaña alegría, comenzó a cuestionar quién habría hecho tal milagro.
Fue cuando se acordó del mendigo que había estado en su castillo en la noche anterior.
Él tenía una mirada diferente cuando habló en retribuir al rey por la comida dada.
Sí, busquen aquel hombre, por qué se fue él quien hizo tal milagro, debo agradecerle.
Y entonces, salieron en búsqueda del mendigo y lo encontraron en la floresta:
Eres el mendigo que el rey busca?
Y el mendigo habló:
Como está el rey?
Entonces eres tú quien realizó el milagro?
Como conseguiste?
Nada hice señor.
Sólo pedí Dios con amor que diese al rey lo que le faltaba.
Y cuando pedimos con amor, ni el mismo Dios puede en negarse,
pues siendo Él el Amor, como podría contrariar su propio pedido?
Autor anonimo
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