Dios nos pone a prueba y moldea con sus manos nuestro carácter.
A ratos no sentimos agraviados por situaciones que hieren nuestra alma, nos hacen sentir tristes o agobiados, entonces surge la ira o la impotencia y esos sentires del ser humano se hacen presentes con todo y lagrima o histeria, o aquel nudo en la garganta. En fin, sin Dios era un caos y con Dios pues es un caos más chiquito si dejamos que sea él quien actué y dispongamos el corazón y el hacer a su voz.
La palabra dice en Jeremías 18:-6¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel?. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel.
El proceso de la alfarería según se hacía en Israel tiene mucho que enseñarnos:
Se pisa el barro. Este tal y como viene tiene impurezas, por eso es necesario añadirle agua, luego se pisa. Durante este proceso se van separando piedras y cosas que luego dañarían la obra final, a la par que le da al barro la consistencia necesaria para poderse trabajar con él.
Bueno asimismo, Dios quiere obrar con nosotros, y primero quitarnos las impurezas. Para esto el nos somete a situaciones donde el nos pisa y junto con el agua (que es su palabra) va sacando todo lo que obstaculiza o estorba.
Las pisadas duelen, esas impurezas como rabias, rencores, iras, desengaños, las contiendas etc, llevan años con nosotros pero, aunque el trato es duro, ayuda a hacer de la arcilla una buena pieza de alfarería. Y, sin la limpieza nunca seriamos aquello que Dios diseñó para que fuéramos.
Cuando nosotros creemos que podemos decirle a Dios como haga las cosas por como nos sentimos y caemos en darle ordenes a Dios debemos recordar que Dios siempre hace las cosas con un sentido, todo tiene un porqué y un para qué. Y que es bien osado decirle a él que es el Alfarero, como debe quedar su obra.
¿Que a veces duele, y hay que morderse los labios para ser consecuente con lo que Dios manda? Si. Que hay que exponer el orgullo para quebrantar el egocentrismo ante otros así sea injusto, pues ya Dios nos dará la victoria y no dejara que caigamos en vergüenza.
Reconocer que soy barro en manos del alfarero que es Dios, es una base fundamental para fortalecer la relación con él. Aún antes de que Dios haya comenzado a trabajar con nuestras vidas ya está preocupado con la limpieza.
Dios quiere cambiarnos.- Romanos 9:20-21, manifiesta “oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? …
Por ello dispongamos el corazón a ser realmente el barro que Dios quiere limpiar para hacer una vasija hermosa y perfecta.
Armado por Fanny
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