L A I N M A C U L D A CONCEPCION
(Gn.3,9-15.20;Ef.1,3-6;Lc.1,26-38)
Se llama María, es de pueblo chico, recoge legumbres y ensalada del huerto, mientras espera a su esposo que viene del taller. Va haciendo la comida amablemente y espera a su hijo, que se ha rezagado jugando con una pelota de trapo de los muchachos en la plaza.
Te anunciaba que íbamos a hablar de la Virgen Inmaculada y espero no te escandalices pero lo estoy haciendo. Hemos visto tantas bellas estampas y leído tantos libritos y folletos bien intencionados que nos la han pintado con frecuencia fuera de la realidad. Con ello, me parece que no hemos encumbrado la figura de María la madre de Jesús, sino todo lo contrario porque la hemos sacado de su pueblo, de su estado y hasta incluso de la misma humanidad haciéndola algo semejante a una semidiosa. Y no es verdad. La Virgen María ,madre de Jesús de Nazaret, tiene como título principal el ser Mujer y el ser madre. De Ahí arrancan mi devoción y cariño a la mujer, miembro de nuestra raza humana, y que tuvo la categoría de responder ante el saludo de Dios, que le pedía permiso para encarnarse: “ HE AQUÍ LA ESCLAVA DEL SEÑOR, HÁGASE EN MI SU PALABRA”.
Tengo envidia a los artistas, pintores, músicos y poetas de todos los tiempos que la cantaron en sus bellas obras para la perpetuidad y doy gracias al artista divino que la creó sin la mancha del pecado original y la adornó con tanta belleza para que la comunidad de fieles pueda cantar: “TODA HERMOSA ERES MARÍA Y NI LA MANCHA ORIGINAL ESTÁ EN TI.” Mi corazón agradecido se levanta hacia Dios para decirle con sencillez: Gracias Padre por haberte hecho uno de los nuestros y haberte enamorado de una mujer de nuestra raza para ser tu Madre. “Así, así,
ya no te falta nada para ser en todo semejante a nosotros menos en el pecado”. ¡Qué bien lo hiciste!
Lo que sé me lo enseñó un día un buen creyente y apóstol moderno de JesúsEra la víspera de la Inmaculada y hablamos de ella: “Mira, Alonso, me dijo,Yo procedo de familia creyente y creyente soy pero yo he vivido una gran noche oscura respecto a la fe y buscaba luz y ayuda desesperadamente.
Me fui al Sahara donde he vivido grandes temporadas y en la profundidad del desierto encontré la luz que ilumina mi fe con la que vivo como fiel hijo de la iglesia católica. Allí traté cordialmente con Jesús y conocí a su buena madre Myrian. Te confieso que mi fe en la Virgen María era tan vacía como romántica a causa de tanta estampita y devocionario. Yo, hombre angustiado, sumido en una noche profunda y dolorosa, lleno de errores y pecados necesitaba una criatura de mi raza, que hubiera conquistado la perfección y desde ella poder acogerme arropado en mi propia miseria, capaz de comprender la angustia y el desprecio humano, capaz de encender una luz en medio de tanta oscuridad. La María que a mi me habían presentado estaba fuera de la alegría y el dolor porque estaba fuera de los humanos y yo estaba sufriendo en este valle de lágrimas.
Al desierto me llevé pocas cosas, allí no se necesita mucho, una Biblia y un pequeño cuadro de vuestro genial Murillo metí en mi saco. Un buen día me encontré hablando con la señora del cuadro, se trata del cuadro la sagrada familia: José, María con el niño, que tiene un pajarito en la mano y un bello y cariñoso perrito que bien seguro era la Kuky. En una de mis travesuras, me veo de repente con un pincel en la mano corrigiendo al genial Murillo. Sí, le quité el pajarito y le puse un carricoche en la mano del niño al tiempo que le decía:” Señora, déjame estar ahí, que me apriete bien contra su corazón, quiero ser su juguete” Me dirás que a qué viene esto, pues sí, es que tu no lo sabes pero yo me llamo Carlo CARRETO. ¿Lo entiendes ahora?
Querid@ amig@,en la Iglesia católica se honra y venera a María como una mujer con todas las perfecciones por madre de Jesús pero nunca se le adora como si fuera una diosa oriental. Así, amigo, la encontré : MUJER ENTRE TODAS LAS MUJERES , MADRE ENTRE TODAS LAS MADRES Y CREYENTE EN MEDIO DE LA COMUNIDAD DE LOS CREYENTES QUE ESCUCHAN LA PALABRA DE DIOS Y LA HACEN VIDA DE SU VIDA.
La descubrí en el desierto leyendo el evangelio de Jesús.