Que se respire en el hogar doméstico
aquella caridad que irradiaba
la familia de Nazaret.
Que florezcan todas las virtudes cristianas;
que reine la unión
y resplandezcan los ejemplos
de una vida honesta.
Que el papá, sea entre los suyos
como el representante de Dios,
e ilumine y preceda a los demás,
no sólo con su autoridad,
sino con el ejemplo de una vida íntegra.
Que la mamá, con su delicadeza
y su virtud sea en el hogar doméstico,
la que guíe a sus hijos, con suavidad y fortaleza;
que sea buena y afectuosa con su marido,
y con él instruya y eduque a sus hijos,
don precioso de Dios,
para una vida honrada y religiosa.
Que los hijos obedezcan siempre a sus padres,
como es su deber, que los amen
y sean no sólo su consuelo,
sino también su ayuda en cada necesidad.
Que el testimonio del Hogar de Nazaret,
ilumine nuestras vidas
en todas las circunstancias.
JUAN XXIII, El Papa Bueno