¿Por qué persiste el amor? ¿Se pierde el amor o el deseo sexual? ¿El desamor se debe a cierta inmadurez? ¿Se produce por el egoísmo de una de las partes de la pareja? ¿Es causa de una rutina?... Lo que sí está claro es que cuando hay amor se puede dar todo lo contrario: el desamor.
El amor, cuántos recuerdos mágicos se nos agolpan en nuestra cabeza con tan sólo pronunciar la palabra fantástica. El desamor, cuántos recuerdos y momentos terribles revivimos cuando pronunciamos esta otra. Unos momentos que nos trasladan a un fracaso sentimental y a una falta de seguridad en nosotros mismos.
Cuando acaban las emociones positivas, cuando aparece la rutina, cuando se apaga la comunicación, y cuando uno tiene la sensación de extrañeza ante la presencia del otro, es cuando realmente se produce el desamor. La primera señal que hay que saber escuchar es; ¿Qué hago con esta persona?. Una vez que te haces esta pregunta vienen posteriormente unas cuantas más... ¿A dónde quiero llegar con ella?, ¿Será la persona de mi vida? Y así, continuamente, hasta no conseguir responder a ninguna de ellas. Esta situación se denomina principio de desamor.
La absoluta falta de interés hacia la otra persona se demuestra cuando ya no hay ganas de comunicar pensamientos, sentimientos, emociones, preocupaciones o simplemente cuando lo ocurrido durante el día no se manifiesta en ningún momento. Si esto ocurre -habitualmente- es probable que haya una carencia de amor y de afecto importante, es decir, hay un claro desamor.