GOLOSITO
Érase que se era
un muñeco de chocolate.
Golosito lo llamaban.
Un tragón muy importante.
De la mañana a la noche
como un bárbaro engullía.
Le gustaba las Navidades
pues devoraba todo el día.
En lugar de la gasolina justa
para que funcionara el aparato,
a dos manos tragaba
como si él fueran cuatro.
Y llegó el día de Navidad
y estaban todos en el salón
con ganas de chocolate,
de polvorones y turrón.
Y la tableta más gorda,
del chocolate más sabroso,
fue elegida por mamá
para hacernos un bizcocho.
Y así termina este cuento.
-¡Adiós, adiós, golosito!
Es verdad que estabas muy gordo,
pero también estabas muy rico.
MILAGROS OYA