EL COLLAR
Mi abuelo me contaba una rara historia que a su vez le había contado su abuelo Francis y que había acontecido a fines del siglo diecinueve. Buscando alejarse de Londres, por problemas judiciales, emigró a una aldea de Australia Occidental llamada Southern Cross.
Él y la bisabuela Mery entraron a trabajar al servicio de una familia muy rica del lugar, los Smit.
Un día Mery encontró en el basurero un collar de perlas finísimo. Pensando que su ama lo había tirado por error, lo llevó a su presencia y le contó donde lo había hallado. Su ama le ordenó volverlo al mismo lugar.
-Pero, señora es de gran valor- dijo Mery.
-Tírelo, está embrujado- fue la respuesta. La mujer hizo un silencio y continúo:
-Mery le voy a relatar la historia de ese collar…
“Cuando me lo regaló mi suegro me sentí halagada y feliz, pero mi hermana lo tomó en sus manos, lo observó y me dijo: este collar es maléfico.
Yo no le creí, pero con el paso del tiempo comprobé que su pronóstico se cumplió. Nos enriquecimos rápidamente, crecíamos en lo material, pero perdíamos la armonía familiar. Mis hijos se alejaron muy jóvenes de la casa y no supimos de ellos, últimamente mi esposo enfermó, de una extraña dolencia a la que los médicos no le encuentran solución.
Fue entonces cuando mi hermana me recordó el collar, así que lo puse en el fogón, con mucha madera encendí fuego y me quedé a esperar su destrucción.
Mientras el fuego se alzaba en lenguas rojas y amarillas, un fuerte olor a azufre inundo la cocina. El miedo me paralizaba, por mi espalda corría un sudor frío.
Después de varias horas, removí las cenizas y lo hallé brillante y perfecto.
¡No había sufrido ningún daño!
Lo golpeé con una maza y…nada.
Sentí miedo… Así que lo puse en el basurero para que lo lleven a las afueras del pueblo y lo entierren, como se hace con la basura, así nadie lo volverá a ver.”
Lo curioso de la historia, es que mucho tiempo después el sirviente encargado de trasladar la basura a las afueras de la aldea, hombre muy pobre y medio lelo, resultó en unos años ser el dueño de las mayores plantaciones de trigo de toda Australia Occidental.
¿Por qué recordé está vieja historia?
Seguramente lo sucedido ayer en la joyería fue el motivo. Mi esposa y yo cumplimos años de casados, quise regalarle una alhaja para el aniversario y eligió un collar de perlas.
El vendedor, para darle categoría a la joya, nos dijo que perteneció a una ilustre dama inglesa muy rica, fallecida recientemente, y que sus hijos decidieron venderlo. La alhaja es muy antigua y según contó, lleva muchos años en la familia.
Mientras el vendedor relataba la historia me pareció oler un suave aroma a azufre, sentí un escalofrió, y el recuerdo del abuelo Francis comenzó a dar vueltas por mi cabeza.
¡Qué duda…! al contarle la historia a mi esposa se echó a reír, no quiso creer lo que le contaba… pero no puedo mirar el collar… me da miedo…