De todas las tiranías, tal vez la más opresiva sea la que se ejerce con sinceridad por el bien de sus víctimas. Más valdría vivir sometido a un capitalista explotador que a un moralista omnipotente y entrometido. La crueldad del explotador quizá nos dé treguas, y habrá algún punto en que su codicia quede saciada; pero quienes nos atormentan en nombre de nuestro bien seguirán haciéndolo sin fin, porque lo hacen con el consentimiento de su propia conciencia.