Leves palabras I En las. hojas del libro y en las horas insomnes todavía tu nombre conduce mis canciones. Miro serenamente mi cielo gris de ausencia y pienso en ti sonriendo cuando la tarde llega. Ya no espero ni sueño. Pienso en ti solamente. Era tu voz. Tu frente. Tu paso en el silencio. Apenas un sonido, una forma o un eco. Y fue un mar. Un lejano despertar de campanas. Un lento deshojarse de la rosa del viento. II Tú decías: El agua tiene cauces cordiales y los árboles hablan con el cielo distante. En la piedra y la tierra la verdad está escrita. La palabra es la espiga y el arado es el signo. Tu comarca de bruma tiene azules montañas que adivinan tus sueños y no ve tu mirada. Abandona tu puerto de esperanzas Inmóviles. ¡El amor abre rutas a los cuatro horizontes! Vive y dice el prodigio de tus manos abiertas. Yo estaré vigilando tu cosecha de estrellas. III Ya no tendré tus manos ni tu inquieta dulzura preguntando a mi sueño por la estrella perdida. Tu nombre será una largo silencio por mis venas y tu rostro la forma de la nube en el cielo. Recordaré un perfume de besos y violetas prendido con luciérnagas de lluvia en mis cabellos. Y vendrá. el alba entonces, con sus trémulas flechas. a clavar en la cumbre del día mi tristeza. IV Has de quedar tú solo, con mi nombre de lluvia cantando entre los árboles helados y sin hojas. Y mis manos flotando sobre todas las rosas. Estaré silenciosa y hablaré a tu desvelo con palabras halladas en el mar de la sombra. No encontrará camino mi voz entre la niebla ni evocará ternuras el bronce de la torre. Pero estaré siguiendo la huella de tus ojos, el ruido de los pasos del sueño por tu frente y en medio de la brisa la forma de tu nombre.
MARUJA VIEIRA
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