En las encumbradas nubes de agua,te reflejas. Con calles empedradas, tornasol escondido, bandeja de colores bordea la montaña. Asunción, conjugada de cielo derramada en grises azulados tejidos de naranjas, silbar de viento y ramajes de dulces guayabas; un pueblo marinero, voz que al oído araña.
Desnuda la memoria la fe de crisantemos, en catedral de piedra semblanza de esas calles, en el arcano tiempo de lirios nazarenos; quebrando las pupilas desde sus verdes valles, majestuosa la ronda de estrellas y serenos que bañan el regazo de pueblo y sus detalles.
Atardecer tranquilo de dulces manzanillos, con sándalos amargos de algas y mandarinas; apaciguado rostro, la plaza y sus castillos. Luz de hilo de plata cual cinta de olas marinas incrustado tuétanos, trenzado de recuerdos; mágico atardecer cielo y sal de los espejos.
Maria Lourdes
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