Yo olvidaré el pasado, y tú el futuro,
arrasando las ciegas disensiones
que entre los dos pueden alzar un muro,
y vestir de dolor nuestras canciones.
No quiero ver tus lágrimas de nuevo,
ni la sombra a que tu alma se destierra;
sobre mis manos una ofrenda llevo
de rosas de pasión, no armas de guerra.
Estás en mí, mas no estás a mi lado;
estoy en tí, pero me veo ausente;
Tu eres mi patria y yo estoy exiliado,
y en nuestra sierra eres la otra vertiente.
Mas hemos de escalar esa montaña,
enlazando en la cima nuestros brazos;
y no seremos una idea extraña,
ni un corazón partido en dos pedazos.
No te veré tan sólo con la mente,
porque mi mano tocará tu mano;
sin mañana ni ayer, sólo el presente
florecerá con su calor humano.
Ni miraremos hacia atrás con ira,
ni hacia adelante con incertidumbre;
el tiempo estará inmóvil mientras gira
un huracán de amor en nuestra cumbre.
Me amarás con instinto y con dulzura,
y yo con suavidad y vehemencia;
y no ha de haber más sólida atadura
que el amor que ha dictado esta sentencia.
Desconozco su Autor.
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