REDENCIÓN
Te quiero porque en tu alma vive el germen de ternura infinita, como diáfana gota de rocío sobre una flor marchita;
te quiero porque he visto doblegarse tu espléndida cabeza; porque sé bien que en medio de la orgía te invade la tristeza;
porque has pasado por la senda estrecha en los grandes zarzales de la vida, sin desgarrar tus blancas vestiduras, sin hacerte una herida;
porque has ido pidiendo por el mundo, con el candor de un niño, a cada corazón a que has tocado, un poco de cariño;
porque indica profundo sufrimiento tu pálida mejilla; porque en tus ojos que placer irradian también el llanto brilla.
Te quiero; nada importa que cansado tu espíritu se aduerma; yo lo habré de animar, yo daré aliento a tu esperanza enferma.
¡Mariposa que fuiste entre las flores dejando tus bellezas y tus galas, yo volveré a poner el polvo de oro sobre tus leves alas!
Desconozco su Autor.
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