Los colores son el resultado de una determinada concentración de la frecuencia luminosa. Milagrosamente tienen efectos sobre nuestra mente y sobre nuestro cuerpo físico, por ello es bueno conocer su modo de acción para ser estimulados o relajados o curados o aliviados de la enfermedad, es preciso llegar al origen mismo de todas las cosas y dejar a un lado los tratamientos que van sólo a las consecuencias.
Podemos agrupar los colores en dos grandes grupos, uno serían los colores cálidos y otro los colores fríos.
Los colores cálidos son el escarlata, el rojo, el naranja, el amarillo y el limón, tienen la acción de estimular el sistema nervioso autónomo simpático, es decir, sobre aquellas funciones que se realizan que requieren una gran actividad como son la aceleración de los latidos cardiacos, la dilatación de los bronquios, la liberación de glucosa por el hígado, la dilatación pupilar, pero inhiben los procesos digestivos. Se relacionan con todas las enfermedades intensas llamadas enfermedades agudas, que suelen ser de carácter inflamatorio. Tienen efectos acidificantes sobre el PH del organismo.
Los colores fríos son el turquesa, el cian, el índigo, el azul y el púrpura, e influyen activando el sistema nervioso parasimpático, es por eso que permite un estado de tranquilidad, disminuye el ritmo del corazón, contrae los bronquios y las pupilas, estimula las funciones digestivas. Producen patologías que a largo plazo pueden transformarse en tumores, además tienen efectos sedantes y alcalinizantes sobre el pH